Diario de León

El pintor asturiano Manuel Calvo imprime en León un grabado con el que pretende conmemorar el cuarenta aniversario de las movilizaciones mineras del año 62

Un artista combatiente

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Marcelino Cuevas - LEÓN.
León

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Confieso que no conocía personalmente a Manuel Calvo, aunque tenía una clara visión de su pintura, de sus coqueteos con el Op-Art y la geometría en los años sesenta, con sus obras sociales y comprometidas, sus hombrecillos repetidos una y mil veces representando siempre una pacífica e reivindicativa manifestación multitudinaria. Y sus escarceos con el erotismo, las dinámicas esculturas serpenteando en el aire como sutiles laberintos, los acercamientos a la música y el baile... Manuel Calvo (Oviedo 1934) es uno de los grandes artistas españoles del siglo XX y físicamente, a primera vista, si te lo encuentras en las calles de una ciudad jacobea como León, podrías fácilmente confundirlo con un devoto peregrino. Después llega el momento de la reflexión y uno se da cuenta de que esa barba, hoy blanca y solemne, fue perilla contestataria en los sesenta y que el intenso color de su rostro corresponde quizá los largos y bohemios periplos por el mundo: París, Marruecos, Brasil... Manuel Calvo visitó León para imprimir en el tórculo artesano de Noemí Álvarez, las pruebas de estado de un viejo linóleo que el artista guarda como oro en paño desde el lejano 1962. «El grabado se hizo -cuenta- como apoyo a las huelgas mineras y metalúrgicas de 1962 en Asturias, de las que ahora se está celebrando el cuarenta aniversario con varios actos, entre ellos una gran exposición de arte. El título de la muestra es Hay una luz en Asturias y en ella participan 29 artistas. Se está presentando estos días en la galería Espacio Líquido, de Gijón y el mes que viene podrá verse en la galería El Calco, de Oviedo. El grabado, del que se editarán trescientos ejemplares será uno de los reconocimientos que reciban los protagonistas de aquellas movilizaciones obreras». «Fue un momento más de la lucha en contra de la dictadura. Hubo también manifestaciones de estudiantes y de mujeres en la Puerta del Sol madrileña. Yo también hice otros grabados y algunas tintas chinas refrentes a estas acciones, incluso algún cuadro, como una serie de obras de motivos geométricos a la que bauticé con los nombres sonoros de los pozos mineros de las cuencas asturianas». Los artistas, los intelectuales de la generación de los sesenta lucharon a brazo partido por la ibertad y en busca de la democracia, pero con su llegada se relajaron, perdieron el ardor combativo... Allí empezó para casi todos el ocaso de las ideologías. Manuel Calvo trabajó hombro con hombro al lado de grupos artísticos que tienen un espacio propio en la pintura española. En los últimos tiempos está realizando una serie de retratos sicológicos. Calvo hacía instalaciones casi antes de que se inventaran, como su famoso Artilugio (1966), un extraño aparato creado a partir de un motor encontrado en el rastro.

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