Lanzado con éxito un observador espacial astrofísico que estará a 10.000 kilómetros
Integral, el último gran observatorio de la Agencia Espacial Europea (ESA) ya está en órbita. Tras el fracaso de la misión que debía haber lanzado este martes al espacio el satélite Foton M-1, un cohete ruso Proton colocó ayer el laboratorio astrofísico a una distancia de 10.000 kilómetros de altura. Ahora, describirá una órbita elíptica que le llevará a dar una vuelta a la Tierra cada 72 horas y a alejarse de ella un máximo de 153.000 kilómetros, casi la mitad de la distancia que nos separa de la Luna. Desde allí, tratará de desentrañar los secretos que se esconden tras los fenómenos más violentos del Universo. Integral (Laboratorio Astrofísico Internacional de Rayos Gamma, en sus siglas en inglés) es el sustituto del Cos-B, una misión de la ESA que produjo, hace ya veinte años, uno de los más completos mapas celestes. Su propósito es estudiar los objetos más densos del Universo, los que liberan radiaciones de muy alta energía, como las supernovas o las estrellas de neutrones. Además, permitirá observar y confirmar la presencia de gigantes agujeros negros en el centro de las galaxias, incluida la Vía Láctea. El satélite ha costado 330 millones de euros.