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David F. Sifres | Escritor

«Cuanto más pequeño es el lector, más difícil es escribir para él»

Rechoncho, con miedo a los leones, amigo de gastar bromas y…¡morado! Así es Don Yata, el divertido rinoceronte protagonista de la nueva colección de Edelvives para los más pequeños.

marciano pérez

León

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Los cuentos de Don Yata traducidos ya a catalán y euskera, están dirigidos a niños de 0 a 3 años, y han sido diseñados por la editorial específicamente para ellos, con un tamaño reducido, páginas desplegables de cartón grueso, textos breves en mayúsculas y unas ilustraciones muy graciosas que llevan la firma de la ilustradora italiana Claudia Ranucci. Detrás de las historias de Don Yata está un leonés, David Fernández Sifres, escritor de literatura infantil y juvenil con una veintena de títulos publicados y galardonado con algunos de los premios más prestigiosos del sector, entre otros el Ala Delta de literatura infantil por Un intruso en mi cuaderno, el Alandar de literatura juvenil por El faro de la mujer ausente o El Barco de Vapor por Luces en el canal.

Charlamos con él sobre esta colección con la distancia que nos exige la situación pandémica que vivimos y la cercanía que nos permite la tecnología.

—Casi veinte libros para niños pero nunca antes habías escrito para los más pequeños.

—Es verdad, y lo cierto es que era algo que me pesaba. Tenía la espinita de no haber podido leerles nada mío a mis dos hijos mayores cuando tenían esa edad. Por eso, cuando Edelvives me propuso este proyecto pensé que era el momento de lanzarme y llegar a tiempo, al menos, con mi hija pequeña. Y ha sido bonito, la verdad. No solo compartir con ellos ahora el resultado, sino ir mostrándoles los avances durante el proceso, ir probando con ellos si funcionaban las diferentes secuencias…

—¿Has notado muchas diferencias al «enfrentarte» a este nuevo grupo de edad?

—Siempre he dicho que cuanto más pequeño es el lector más difícil es escribir para él. Hay limitaciones de temas, de extensión, de vocabulario… Han de utilizarse recursos, ritmos y enfoques muy diferentes… Hacer esta colección me reafirma en ello. Los libros de Don Yata tienen muy pocas frases, pero desarrollar cada historia me ha llevado mucho más tiempo del que pensaba; un trabajo totalmente invisible para el que no conozca esto. Hemos intentado también que cada libro sea muy diferente, tanto en estructura como, por ejemplo, en el texto, puesto que uno es rimado y el otro no. Hemos pretendido del mismo modo que el final no sea evidente para un adulto, que tenga el suficiente ingenio… Difícil todo pero muy gratificante.

«Cada libro tiene una historia secundaria, casi oculta, que el niño puede descubrir y disfrutar en paralelo»

—Es un proyecto, por tanto, que partió de la editorial Edelvives.

—Sí. Era un proyecto que venía madurándose en la editorial y, cuando decidieron que era el momento, pensaron en mí, lo que les agradezco, la verdad, puesto que sabían que no es el tramo de edad en el que me muevo habitualmente. Por otro lado, esto también venía bien para llegar al proyecto con la mente abierta, por así decirlo, porque se trataba de crear un personaje y unas historias desde cero, partiendo, eso sí, del diseño físico del rinoceronte que había hecho Claudia Ranucci y de la idea inicial de la colección. Queríamos historias divertidas e ingeniosas que escondieran sorpresas en un libro con páginas desplegables, de forma que lo que el lector creyera estar viendo cambiase completamente al desplegar cada página derecha. Como dicen mis hijos, son libros muy «jugables».

—La colección lleva por título el nombre de su protagonista, Don Yata. ¿Cómo es Don Yata?

—Don Yata es un rinoceronte morado, muy bromista, con un gran corazón y un poco de miedo a los leones. Es muy curioso, le encanta dibujar —va a clases de pintura—, vive en una casita con jardín y le gusta cultivar plantitas en sus ventanas. Y tiene un montón de amigos, claro, como la jirafa Josefa, Domitilo, el cocodrilo, la rana Diana, Yolanda, la osa panda...

—Don Yata tiene un nombre muy particular. ¿Significa algo?

—¡Sí! Y además tiene un significado muy especial para mi mujer y para mí. Me costó mucho dar con él, la verdad. Quería un nombre diferente a lo conocido, llamativo y que fuera muy fácil de pronunciar para los niños muy pequeños. Y la solución la tenía en casa, y servía además de guiño a mi hija pequeña quien, sin saberlo ella, me había impulsado a meterme en el proyecto, como te comenté. El caso es que Diana odiaba que le cambiáramos el pañal; protestaba todo el tiempo y, cuando acabábamos, nos miraba y, con una felicidad inmensa, gritaba: ¡Yata! Y ese «¡Ya está!» de Diana, que además me transmite alegría, me pareció que era el nombre perfecto para este rinoceronte morado.

Una de las ilustraciones de la nueva colección de literatura infantil.

—¿Habíais trabajado juntos en alguna ocasión Claudia y tú? ¿Puedes contarnos algo del proceso de creación de estos libros?

—No, nunca habíamos coincidido en un proyecto, en la práctica, aunque ella acababa de ilustrar un cuento mío para un proyecto solidario del programa de radio Menudo Castillo en beneficio de la Fundación Leucemia y Linfoma (Cuento contigo. Veinte cuentos solidarios. Ed. Bruño). Sí nos conocemos desde hace tiempo, ya éramos amigos y varias veces habíamos mostrado interés en trabajar el uno con el otro. Con Don Yata, por fin, surgió la ocasión.

Lo cierto es que el trabajo y todas sus fases está siendo muy interesantes, y me está permitiendo apreciarlo desde ángulos muy diferentes, no solo desde el de escritor. Hablo en presente porque ahora mismo estamos ya desarrollando los dos siguientes libros de la colección. Trabajamos en constante contacto, no solo Claudia y yo, sino también Celia Turrión, nuestra editora, y este compromiso de los tres con el proyecto lo estoy disfrutando mucho. En cuanto al proceso, empiezo yo buscando una idea general para cada historia; algo que pueda funcionar, que tenga las características que buscamos y que permita el juego de las páginas desplegables. Se lo cuento a Celia, ella lo estudia y, una vez tengo el visto bueno me pongo a trabajar ya en las diez escenas que debe tener cada libro, fijando lo que tiene que verse en la página recogida, en qué se tiene que convertir al desplegarla, y el texto que debe acompañar. Intento también hacer unos bocetos para que Claudia y Celia lo vean más claro.

Y a partir de ahí la editora y yo empezamos a ver qué escenas funcionan bien y cuáles no y aportamos ideas. El siguiente paso es trasladarle a Claudia cada propuesta para comprobar si es posible llevarlas realmente al papel con la ilustración correspondiente. En ese momento pueden surgir nuevas soluciones que no estaban programadas de antemano y eso es estupendo porque nos sorprendemos con el proceso y tenemos la flexibilidad de seguir moldeando la historia en función de los dibujos.

Cuando ya está todo decidido, correos y llamadas constantes de ida y vuelta entre los tres para pulir cada detalle, por supuesto.

—Creo que habéis incluido algún guiño en los libros. ¿Es así?

—¡Sí! Los dos lo hemos hecho. Para el mío, además del nombre de Don Yata, como he comentado, he necesitado la colaboración de Claudia, que como es amiga mía, no solo dijo que sí a lo que le propuse sino que lo llevó aún más allá. En el Libro de La broma, el segundo de la colección, aparecen tres cuadros en la casa de la jirafa Josefa. Esos tres cuadros son dibujos de mis tres hijos, con sus iniciales, incluso, en uno de ellos.

En cuanto a Claudia, la idea de la panda Yolanda comiendo tallarines en ¿Será un león? es un homenaje a Dieci, el peluche favorito de su hija Iside. Iside también dibujó el corazoncito que aparece en la taza de Don Yata en La broma. 

Al margen de todo ello hemos querido también que cada libro tenga un historia secundaria pequeñita, casi oculta, graciosa, que el niño puede descubrir y disfrutar en paralelo.

—Por lo que decías, ya estáis trabajando en nuevos títulos de la colección. ¿Puedes adelantarnos algo?

—Tenemos ya muy avanzados dos nuevos libros con el mismo formato. En el tercero Don Yata se nos hará deportista. Es una historia que me encanta, la verdad. La intención, además, es seguir haciendo crecer al personaje con nuevos títulos y formatos. Y en ello estamos.