El domicilio de 131 transeúntes en León.
Un techo legal para las personas sin hogar
La Sociedad San Vicente de Paúl de León ofrece techo legal a 131 personas que carecen de un domicilio estable, muchas de las cuales no usan el programa de acogida nocturna y tampoco viven en su hogar.
Ricardo Martín Pazos lleva un mes en la calle. En un carrito de la compra lleva todo su equipaje y un móvil, que recarga a menudo en el punto de Santo Domingo, es su compañía inseparable. Este hombre de 52 años es una de las últimas personas empadronadas en la casa de la calle San Pedro, 19, por debajo de la Catedral, donde la Sociedad San Vicente de Paúl ofrece techo real y techo legal a las personas sin hogar.
El techo real es el centro de día Concepción Arenal, abierto mañana y tarde, un recurso en el que conjuntamente con la Fundación Alimerka trabaja desde el 2013 y que es desde entonces la entrada de la mayoría de los usuarios que se atiende dentro de los programas de la SSVP.
En este centro las personas sin techo reciben atenciones a problemas de pobreza energética, cobertura de primeras necesidades a familias, acciones de acompañamiento a personas no familiarizadas con los trámites de búsqueda activa de empleo, búsqueda de vivienda adecuada a sus ingresos, educativos, control y administración de medicación —hay muchas personas con algún tipo de enfermedad mental en la calle—, cobertura de productos de higiene y limpieza y también empadronamientos.
Un total de 131 personas, al igual que Ricardo, tienen su domicilio en la sede de la Sociedad San Vicente de Paúl de León. Es una de las entidades que, junto con la Asociación Leonesa de Caridad, presta el servicio de manera gratuita desde antes de tener un convenio con el Ayuntamiento de León.
Un camino
Mediante un acuerdo con el Ayuntamiento de León, se tramita el empadronamiento de personas que de esta manera pueden acceder a los recursos y ayudas sociales. Tere, la voluntaria destinada en este programa, dedica tres mañanas a la semana a realizar esta labor. «Periódicamente, lo revisamos. Cuando una persona no aparece por aquí durante un tiempo le damos de baja», comenta Josefina Herrero Durántez, gerente de la entidad. «Intentamos hacer un seguimiento para que no sea una forma de camuflar ayudas», aclara. También temen que pueda ser un obstáculo para recibir el IMV (Ingreso Mínimo Vital) que rechaza a más de dos personas del mismo domicilio.
Para Ricardo Martín Pazos, el empadronamiento es la primera ventana que se le ha abierto para acceder a una entrevista en el centro de acción social municipal donde trata de resolver su situación. Se queja porque «me dicen que al menos tendré que esperar cinco meses», pero duerme en la calle porque es reticente a someterse al horario de Calor y Café, el albergue nocturno que ofrece la Sociedad San Vicente de Paúl para una quincena de hombres y cuatro mujeres.
Prefiere dormir a la intemperie o bajo el techo de un portal que amoldarse a las normas básicas de horario que hay que tener en el albergue. Con una infección en la boca y un tratamiento antiepiléptico por un cavernoma, asegura que teme por su salud.
Este hombre cobra una pensión no contributiva —algo menos de 400 euros al mes— pero asegura que apenas le quedan 80 euros al mes porque «tengo deudas que pagar». Quiere una vivienda y la quiere ya. «No estoy en la calle por gusto», subraya.
La falta de movilidad durante la pandemia ha hecho que el número de transeúntes, pero se vislumbra un «nuevo escenario incierto» y «en el horizonte se presentan y visibilizan, nuevas situaciones de pobreza», señala la responsable de la SSVP. «La zona de exclusión es más amplia y más personas en situación de vulnerabilidad, han necesitado de apoyos sociales», añade.
El año pasado el funcionamiento del centro de día se truncó por la pandemia. De las 40 plazas disponibles para el alojamiento en el primer trimestre se pasó a 12 en noviembre y diciembre. Las estancias diurnas han pasado de 1.591 y 1.537 en enero y febrero a 522 y 1.023 en noviembre y diciembre. Durante el confinamiento una treintena de personas sin techo fueron atendidas en el Pabellón San Esteban con personal de la Sociedad San Vicente de Paúl.
El intervalo de edad predominante de las personas usuarias fue de 30 a 45 años en hombres y de 46 a 54 años en las mujeres que, en su conjunto, son minoría pero van en aumento como personas vulnerables al sinhogarismo.
El centro de acogida nocturna Calor y Café dispone de veinte plazas, 16 para hombres y cuatro para mujeres, pero con la pandemia de covid-19, se ha visto obligado a reducir las plazas al 50% desde el mes de marzo del año pasado —siendo 8 para hombres y 2 para mujeres—, por recomendación sanitaria. En estas condiciones, a diario se llena. Acuden hombres y mujeres jóvenes con problemas familiares, víctimas de malos tratos, personas con problemas de drogodependencias e inmigrantes.
No se trata solo de un techo para dormir. Se trabaja para que las personas tomen conciencia de su problema y a partir de ahí intentar buscar una salida. La casa hogar San Vicente de Paúl es el recurso intermedio para algunas de estas personas que llegan a la calle San Pedro, 19 a través del centro de día Concepción Arenal o de la casa de acogida nocturna Calor y Café. En la casa hogar pasaron el año pasado 17 personas.