COMPAÑEROS DE PISO... SÓLO PARA RICOS
Una vuelta a la adolescencia, pero de otra manera. Compartir piso, mejor dicho, casa, ha vuelto. Pero ahora no son universitarios sino ejecutivos de alto poder adquisitivo. Domicilios para vivir con compañeros de piso a todo lujo. Y, de paso, no sentirse solo.
Compartir piso ya no es sólo cuestión de jóvenes. Al menos en Bruselas, donde ha abierto la primera casa de lujo para ejecutivos y otros perfiles bien situados que huyen de la soledad. Un fenómeno que aspira a convertirse en tendencia en las grandes urbes.
Tim baja las escaleras de madera en dirección al gran portal acristalado que da acceso a la calle Paul Emile Janson, en el barrio bruselense de Ixelles.
«Buenos días, ¿qué tal la noche? Vi que os juntasteis a cenar», le pregunta Camille. «Y a beber», responde entre risas Tim, a lo que añade: «hoy lo estoy notando».
Podría ser una conversación absolutamente normal en una mañana resacosa cualquiera de un piso compartido entre jóvenes estudiantes o trabajadores. Sin embargo, lo inusual aquí es que Tim ya peina canas, es un ejecutivo extranjero y «el piso compartido» resulta ser una casa de lujo de 1.200 metros cuadrados y 19 habitaciones.
La vivienda, en la calle Paul Emile Janson de la capital belga, es propiedad de la empresa Cohabs, está diseñada por el prestigioso diseñador de interiores belga Lionel Jadot y la habitación más barata cuesta 950 euros al mes.
«Esta casa en particular surgió porque nos dimos cuenta de que muchas personas de más de 35 años buscaban esta experiencia de comunidad y no teníamos una casa adecuada para ellos», explica Camille Navarro, una franco-española que trabaja como community manager y portavoz de Cohabs.
En Bruselas es muy común que los jóvenes profesionales y estudiantes compartan lo que se conoce como ‘colocs’, grandes casas reformadas, antiguas ‘maison de maitre’ (en español, casa maestra o, directamente, mansión), que eran el hogar de la burguesía y nobleza bruselense durante el siglo XIX.
Susana, una chica barcelonesa de 26 años que vive en una de esos ‘colocs’ desde hace un año, asegura que sus compañeros de casa se han convertido en algo más que amigos: «A veces es complicado mudarte a un país nuevo, así que tus compañeros son como tu familia en el nuevo país».
Y no sólo es un sitio en el que vivir, «es una forma de salir de tu zona de confort, aprender de ti mismo y descubrir nuevas experiencias», añade Susana.
NETFLIX, PERIÓDICOS GRATIS Y UN ‘BRUNCH’ DE ALTA COCINA AL MES
La casa de la calle Paul Emile Janson, aunque está en Ixelles, uno de los barrios más alternativos y habitual cuartel general de los miles de jóvenes de multitud de nacionalidades distintas que viven en la capital belga, tiene un concepto algo distinto al de las otras 27 casas de las que Cohabs es propietaria en Bruselas.
El objetivo, como explica Camille, era ofrecer «una casa con un estándar bastante más ‘premium’» para esas personas de más edad que buscan, al mismo tiempo, alargar su juventud y asegurarse un gran confort, algo «que, a lo mejor, no tenían las otras casas».
Ese estilo ‘más premium’ se busca ofreciendo, dentro del precio del alquiler, una ‘Netflix room’, con un gran sofá a dos alturas repleto de cojines de diseño hechos con materiales reciclados, además de un iPad comunitario con suscripciones a decenas de periódicos del mundo entero y, por supuesto, limpieza semanal de todas las estancias.
Aunque quizá la joya de la corona sea el ‘brunch’ de alta cocina que la empresa ofrece el primer sábado de cada mes a todos los inquilinos de las 19 habitaciones.
Además, los residentes disponen de un pequeño gimnasio, un amplio jardín y una enorme cocina, que, unida a un salón con mesas y sillas de materiales de apariencia que recuerda a las cafeterías más chic de la capital europea, crean una atmósfera de hotel boutique que impregna todas las estancias y que se percibe hasta en el olor a nuevo que flota por todo el inmueble.
UN LUJO AL ALCANCE DE EJECUTIVOS
La vivienda, que consta de tres plantas y dos sótanos, no es apta para todos los bolsillos: los precios oscilan entre los 950 euros de una habitación con cama individual y WC compartido, hasta los más de 1.200 euros de una habitación con baño propio, cama ‘king size’ y cama adicional para niños.
Todas las habitaciones tienen ducha, colchón viscoelástico, una zona de trabajo con un gran escritorio y grandes ventanales al exterior.
«La casa está pensada para parejas, solteros y divorciados con hijos», argumenta Camille mientras muestra una de las habitaciones. Cuenta que, recientemente, ha llegado un señor divorciado, cuyo hijo suele ir a dormir a la casa cada dos semanas, donde dispone de hasta una sala infantil para poder jugar.
CAMBIAR EL MUNDO PERO
VIVIENDO EN COMUNIDAD
Para Camille, el ‘coliving’ es el futuro, sobre todo tras la pandemia, que ha provocado que muchas personas no tengan más contacto social que con sus compañeros de vivienda, por lo que, añade, «podemos realmente mejorar el mundo».
Cuando la conversación con Camille y Susana llega al final, Tim ya ha vuelto de su paseo recadero y, asomando la cabeza por el hueco que deja la puerta entreabierta, pide permiso para entrar al gran salón, a lo que Camille responde: «Claro, estás en tu casa».