UNA PASIÓN EN PANDEMIA
El músico leonés Luis Miguel Rivero fue galardonado en plena pandemia con el premio extraordinario de las enseñanzas profesionales de música de la Comunidad
Dice Luis Miguel Reyero que la música para él es una pasión, una forma de comunicarse, de trasmitir sentimientos... «Cada melodía va ligada a un sentimiento a un estado de ánimo. He sido una persona tímida en general, pero cuando toco todo es diferente, expreso mis sentimientos, mis manos, mi cuerpo es como si hablasen y contasen lo que siento». Este músico leonés se adjudicó el año pasado el premio extraordinario de enseñanzas profesionales que concede la Junta. Durante los últimos años ha sido miembro, como percusionista, de la Banda y de la Orquesta de Juventudes Musicales, de la Joven Orquesta Leonesa, de la Banda de Valencia y de la de León y de la Orquesta de Acordeones porque el esfuerzo siempre ha sido la base de su construcción como artista, aquneue él prefeira quitarle importancia: «Allí dónde necesitaban un percusionista yo iba. Los ensayos me ocupaban días y fines de semana y he sido muy feliz», subraya para añadir que la música es su día a día: «Sin ella no sería yo. Me ha acompañado desde los 7 años cuando mis padres me llevaron a Escuela de Música y vi todos los instrumentos de percusión como juguetes de la orquesta, sin imaginarme que esos juguetes formarían parte de mi vida para siempre». Luis Miguel empezó sus estudios en el conservatorio con 8 años y así ha sido hasta ahora. Diez años de esfuerzo y formación que le han llevado hasta el Coscyl, el conservatorio superior de música de Castilla y León.
La pandemia le pilló hace un año, en pleno esplendor de sus estudios musicales. «Opté por el bachillerato musical para dedicar más tiempo al estudio de la percusión y pasaba alrededor de siete horas diarias en el conservatorio y, de repente un viernes 12 de marzo se acaba todo, clases, conciertos, estudios, amigos... Fue muy duro». Y es que, según explica, un percusionista necesita tocar muchos instrumentos, como la marimba, caja, xilófono, vibráfono, batería o timbales y todos ellos no se pueden tener en casa, por su tamaño, su precio y por el sonido. «Necesitaba acudir al conservatorio a ensayar, pero todo quedó cerrado y cancelado y pasé del todo a la nada».
Luis Miguel advierte de que un músico no puede permitirse grandes interrupciones en la práctica porque la constancia es uno de los imprescindibles y confiesa que la pandemia le convirtió en presa del desconcierto. «Me alié con mis instrumentos y con la marimba tocaba a Bach porque me relajaba en los momentos más delicados, mientras que en los más tensos tocaba a la caja o a la batería las obras más cañeras». Además, Luis Miguel utilizó el confinamiento para prepararlas obras para el Concierto de Jóvenes Intérpretes (que fue cancelado), así como las obras de las pruebas de acceso. «No me conformé con poco; buscaba obras más complicadas y me llenaban de satisfacción, la satisfacción de conseguir nuevos retos». El estudiante leonés no dejó de tocar ni un solo día y revela que durante la pandemia la música nunca dejó de sonar, «al contrario, se multiplicó en nuestros hogares y balcones aportando alegría y esperanza que tanto necesitábamos en esos momentos».