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Publicado por
León

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alfredo valenzuela

El escritor bohemio Alejandro Sawa, que inspiró a Valle-Inclán el protagonista de Luces de Bohemia, es también uno de los personajes de La leyenda de Sophy, novela que Rafael Cansinos Assens escribió en 1922 y que ahora se publica, un siglo después, con páginas inéditas, que fueron añadidas al texto por el autor tras su publicación.

Junto a estos diez folios inéditos, Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 1882-Madrid, 1964) dejó unas instrucciones indicando dónde habría que incluir esos añadidos en caso de que la novela volviera a publicarse, según Rafael Manuel Cansinos Galán, hijo del escritor, promotor del Archivo Rafael Cansinos Assens (ARCA) y director de Arca Ediciones, que ha publicado «La leyenda de Sophy». Cansinos Assens tenía 20 años cuando en 1902 o 1903 conoció a una mujer que debía rondar los cincuenta, «una malagueña de alcurnia, hija del matrimonio de un francés y una inglesa» que había tenido «una infancia y juventud felices» pero que en el Madrid de 1900 devino en «profesora de inglés, pianista ocasional y cortesana», según explica Cansinos Galán en el epílogo a esta edición. El joven Cansinos recibía clases de Sophy, cuyo nombre real fue Sofía Giardin, en unas sesiones que desembocaron en amistad no exenta de complicidad amorosa, por lo que la narración que originariamente se publicó en la colección «La Novela Corta» es de hondo calado autobiográfico.De ahí el capítulo dedicado a Alejandro Sawa y a su camarilla de bohemios que, ya veteranos, visitan a Sophy solo con ánimo de conversación y de evocar los viejos tiempos. Sophy vivía en una finca de la calle Tudescos de Madrid «dedicada íntegramente a la prostitución», en la que habitaba una buhardilla situada en la cuarta planta, acompañada por un gato blanco que se llamaba Jazmín y que convocaba allí a todos los felinos del vecindario.

Según la descripción que hace el propio Cansinos Assens, junto al portal del edifico había una funeraria cuyos vecinos siempre dejaban alguno de los ataúdes, en espera de ser utilizado, en el arranque de la escalera. Por aquella buhardilla, además de Sawa, pasaron «el terrible filósofo nihilista» Manuel Molano y otros miembros de la camarilla modernista como Francisco Villaespesa e Isaac Muñoz.