Javier Marías vuelve a Región
l Javier Fernández revela que Ruán, la ciudad del último libro de Javier Marías, es un trasunto de León
javier fernández
Javier Marías ambienta su nueva novela (Tomás Nevinson, Alfaguara, 2021) en una ciudad imaginaria llamada Ruán. El autor la describe como una capital de provincias mediana ubicada en el interior del Noroeste español, de clima frío, con heladas en invierno e incluso entrada la primavera, días de niebla, un río que la atraviesa, un puente entre ambas orillas con animado tránsito, cielos de un “azul heráldico”, universidad, un barrio antiguo (llamado en la novela “Barrio Tinto”) de fachadas color magenta, malva, granate o púrpura, donde los ruaneses toman vinos, una catedral y un monasterio famosos, y un ensanche con edificios burgueses de principios del siglo XX. Quizá les vaya sonando familiar. Además se menciona otra ciudad de la misma provincia que está a cien kilómetros de distancia y con la que existe rivalidad, sobre todo futbolística. Por otro lado, en la novela hay referencias a Salamanca y Oviedo, que se deduce que son cercanas, pero que obviamente no son Ruán.
Y en cuanto al carácter de la ciudad, se afirma que es “ (…) seria dentro de lo que cabe en España, tirando a austera y a grave, orgullosa de su remoto pasado, cuando había tenido bastante importancia y episodios heroicos exagerados, y francamente altiva”. Cuesta no reconocernos en ese retrato, nos guste o no. Con esas referencias, por muy escéptico que sea el lector, es muy difícil no deducir claramente que Ruán es trasunto de León, y que Javier Marías, uno de los narradores más destacados en el ámbito literario internacional, traducido a decenas de idiomas y candidato al Nobel de Literatura, ha tenido la reconfortante idea de ambientar su última y destacada novela en una ciudad que es reflejo de la nuestra. Reconozco que ha sido emocionante ir reconociéndola a medida que avanzaba la lectura. Un placer quizá pueril y localista, pero no por ello menos legítimo, tratándose de un escritor tan reputado y sólido.
Cabe precisar que no todas las referencias son reales ni exactas, sino que también se describen elementos ajenos a León, por ejemplo se dice que el río cruza la ciudad de este a oeste, o que fue navegable. Evidentemente, ello no corresponde a esta capital, pero tampoco con ninguna otra del Noroeste que reúna el resto de las características antes citadas. Los nombres de iglesias o lugares son también inventados, como es habitual en estos casos. Y es que, como decíamos, la novela no está ambientada en León de forma explícita, sino en una ciudad imaginaria inspirada en León. Es decir, un trasunto.
Lógicamente, estamos acostumbrados a ver referencias a esta tierra en la literatura, pero normalmente en las obras de escritores aquí nacidos. Precisamente por eso no deja de sorprender muy gratamente que un madrileño como Marías, que ha ambientado casi toda su obra en Oxford (donde fue profesor) y en su propia ciudad, haya elegido inspirarse en la capital leonesa como escenario. Y además me atrevería a sostener que se trata de una de las mejores novelas de su ya extensa trayectoria, una de sus obras maestras.
Aunque Marías no sea leonés ni tenga, que se sepa públicamente, ninguna vinculación directa o especial con esta tierra, tampoco le es del todo ajena, ya que su gran referente literario y mentor, Juan Benet, también madrileño, fue el ingeniero que diseñó la presa del embalse de Vegamián (el del río Porma) y ambientó en esta provincia una de sus obras más reconocidas, Volverás a Región. Así pues, me atrevería a decir que Javier Marías ha vuelto a Región a dibujar, con trazo magistral, su capital, Ruán.
La historia
La novela narra la historia de un agente secreto angloespañol que tiene como misión localizar a una antigua terrorista que se supone que vive retirada y escondida. A partir de ahí plantea dilemas morales interesantes y traza personajes de notable viveza y complejidad. También hay lugar para situaciones cómicas y personajes hilarantes, destilando un tipo de humor muy propio del autor, que combina lo sutil con lo descarnado. Y, ante todo, en esta obra Marías despliega todos los recursos estilísticos que hacen su prosa inconfundible, con subordinadas largas pero ágiles y verdaderas acrobacias sintácticas. Resulta, al cabo, una prosa hipnótica, que envuelve, mece y hace reflexionar. Porque Marías respeta al lector, lo cual se agradece, porque ha dejado de ser común.