Radiografía de investigación criminal
l La periodista Cruz Morcillo da voz a cuatro agentes jubilados en ‘Departamento de homicidios’
sagrario ortega
Jesús, Carmen, Esmeraldo y Joaquín volverían a ponerse el uniforme para sacarse la espina de los casos que no pudieron resolver. Así de claro lo tienen estos cuatro agentes ya jubilados y a los que la periodista Cruz Morcillo ha dado voz en Departamento de Homicidios, una radiografía de la investigación del crimen en España. Pero este libro, editado por K.O., también quiere ser el homenaje y el agradecimiento de Morcillo a los policías y guardias civiles que durante dos décadas le han ayudado a hacer su trabajo y a ser una periodista referente de la crónica negra en nuestro país, tanto en prensa escrita como por sus colaboraciones en televisión y radio. Cruz Morcillo (1973) salda también en estas 350 páginas una deuda con los investigadores y con la idea que le rondaba hace tiempo en la cabeza de profundizar en los crímenes que más le interesaban, tanto resueltos como los aún no esclarecidos, algunos ya prescritos, como explica a Efe.
Y fue un comentario en una comida del entonces capitán jefe de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid, Jesús Rubio, lo que decidió finalmente a la periodista a afrontar este proyecto. «Cuando todos nosotros desaparezcamos, nadie se acordará de los trucos», le dijo. Cruz Morcillo se puso manos a la obra y eligió a cuatro de los investigadores (dos de la Policía Nacional y dos de la Guardia Civil) de Madrid que habían llevado los casos más importantes de su época y que ya habían pasado a segunda actividad.
Joaquín Palacios (un guardia de toda la vida, como le define Morcillo, y que acababa de resolver el caso de Eva Blanco cuando ya casi iba a prescribir), Carmen Pastor (la policía que llegó a dirigir la sección central de Homicidios y Desaparecidos) y el comisario Esmeraldo Rapino (jefe de Homicidios de Madrid), fueron los otros tres investigadores elegidos por la periodista.
Con estas dos parejas de los dos cuerpos hermanos, como les gusta decir, se sentó Morcillo para que le contaran cómo habían vivido los casos, a que habían tenido que renunciar o cómo había sido su relación con los compañeros, con el otro cuerpo, con jueces, fiscales, periodistas, «confites» (los confidentes). A lo largo del libro, los cuatro confiesan también sus fracasos, esas «espinitas» que no lograron sacarse pese a haberse dejado la piel. Casos para cuya resolución volverían a ponerse el uniforme, como el del Niño de Somosierra o el de la enfermera del Gregorio Marañón, por citar dos ejemplos. «El primer cadáver nunca se olvida», escribe la autora y confirman los cuatro agentes, que rememoran también su peor día y el mejor, la relación con las familias de las víctimas, las frustraciones pero también las alegrías por cada avance en las pesquisas, y los momentos en los que tuvieron ganas de dejarlo todo.
Un libro que, como quería Jesús Rubio, revela los «trucos» del trabajo de los investigadores de homicidios, una labor que en lo esencial no cambia con el tiempo. «La investigación se ha tecnologizado —resalta la periodista—, pero la implicación del policía, el factor humano, eso no cambia. El arte del interrogatorio sigue siendo tan importante antes como ahora. E implicarse al máximo». Como se implicaron estos cuatro investigadores y otros muchos más a los que Cruz Morcillo dedica el libro: «A todos los policías y guardias civiles que cazan monstruos». Dedicado a todos esos investigadores que nunca abandona un caso. «Solo lo abandona la prescripción del delito», apostilla.