Diario de León

Historias para salvar a las víctimas

El azote milenial contra la trata

Bebi Fernández, que acaba de publicar ‘Memorias de una salvaje’ lucha en redes contra el tráfico humano Activista, influencer y escritora, la autora de la bilogía ‘Salvaje’, cuya primera entrega leyeron más de medio millón de personas, lucha desde el anonimato contra el tráfico de seres humanos y también conciencia sobre las desigualdades a cientos de miles de jóvenes.

victoria iglesias

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Publicado por
Nora Cifuentes
León

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Su padre quería un niño. No sabía que, a menudo, lo que uno desea para sí no coincide en absoluto con lo que el destino necesita para conseguir algo más importante», así comienza la novela Memorias de una salvaje (2018) de Bebi Fernández, que, en palabras de su autora, ha sido leída por más de medio millón de personas. Pero, desde hace unos meses, es la segunda y última entrega de esta bilogía, Reina, la novela que se ha colado en todos los rankings de libros recomendados para regalar (ya sea a un ser querido o a uno mismo) en las fechas señaladas: Navidad, Día de la Mujer, Día del Libro… O, incluso, sin necesidad de fechas.

Y todo ello, de la mano y pluma de una autora cuyo nombre y rostro son desconocidos: Bebi Fernández. De ella sabemos que es de Alicante, que ronda la veintena y se ha convertido en una heroína sin capa que protege su identidad por motivos de seguridad y que cuenta con cientos de miles de seguidores en España, América Latina y otros rincones del mundo. Ella es criminóloga, especializada en delincuencia organizada y violencia de género y tiene un gran tirón entre jóvenes y no tan jóvenes, con casi 800.000 seguidores en twitter y más de medio millón en instagram. Su hazaña: visibilizar sin tapujos «una problemática enraizada en la sociedad».

Ficcionalizar la realidad

A lo largo de los dos libros que conforman la bilogía «Salvaje», los lectores se ven sumergidos en una cruda «realidad ficcionalizada» sobre la que van descubriendo, entre otras cosas: la problemática realidad de la explotación sexual que sufren las mujeres víctimas de la trata. Son esas oscuras mafias contra quienes se enfrenta la protagonista, Kassandra en la ficción… Y contra quienes Bebi conciencia a sus cientos de miles de seguidores con sus novelas, además de algunas de sus publicaciones en redes sociales.

Con casi 800.000 seguidores en Twitter y medio millón en Instagram, es una de las activistas con más influencia

En sus propias palabras, ««Memorias de una Salvaje» y «Reina» cuentan la historia de una chica de diecinueve años, hija de un narcotraficante asesinado en un ajuste de cuentas, que se ve inmersa en una de las mayores organizaciones criminales de Europa y del mundo», tal y como explica en su entrevista con Efe. A través de esa historia, Bebi habla «del germen, de cuál ha sido el caldo de cultivo, de un problema que tenemos tan enraizado dentro de nuestra propia estructura social». Y de ahí su lucha por cambiar lo real desde lo literario: «las sociedades tienen los delincuentes que merecen y yo no quiero una sociedad que se merezca a estos tipos, eso lo tengo clarísimo».

Al preguntarle sobre cómo fue ese proceso de ficcionar una realidad tan controvertida como la que trata de mujeres en sus dos novelas, Bebi responde con contundencia: «fue muy bello, pero muy duro…como lo son la vida y el arte». Y confiesa, además: «ha sido un proceso que no estaba planeado de esta manera. No pensaba escribir una parte final de «Memorias de una salvaje», que termina inconclusa pero no incompleta». ¿Qué cambió entonces? Pues, como en muchas historias actuales, la pandemia: «fue en 2020, durante el confinamiento, cuando algo dentro me gritó. Así es mi proceso creativo: las historias me escriben a mí, y no al revés. Si debo escribir, no puedo negarme o me pongo enferma. Soy una artista visceral».

Bola de nieve digital

Sin embargo, no solo son la crítica social y el arte visceral los que conforman su contenido, también lo es ese humor irónico y sarcástico del que hace gala en muchas ocasiones, tanto para criticar la sociedad como para reírse incluso de sí misma.

Preguntada sobre si es una Bebi distinta en cada caso, deja claro que ella es «la misma», con contundencia, y lo explica: «soy una persona muy dual y conviven en mí caracteres contrapuestos. Como ejemplo, mi personaje y mi persona. Soy muy seria para el trabajo como escritora, pero luego una deslenguada como «influencer» y muy ácida en cuanto a mis críticas y a mi manejo del humor en internet». Y lo detalla con ejemplos: «Bebi escritora es artista hasta el tuétano y muy meticulosa. Bebi «influencer» ni siquiera pone comas para dotar de rapidez a sus mensajes temperamentales en redes sociales. Al fin y al cabo, ambas facetas son expresión artística».

«Las sociedades tienen los delincuentes que merecen y yo no quiero una sociedad que se merezca a estos»

¿Y siente Bebi Fernández alguna presión al tener un altavoz tan grande? «No pienso mucho en ello, quiero decir, no concibo la responsabilidad como un ‘peso’ que me cohíba o me reprima», confiesa. «Creo en lo que hago, en cómo y sobre todo, en por qué lo hago. Esto último es para mí lo más importante: que mis porqués en cuestión de altavoz, se encuentren encaminados a la consecución de un mundo más justo», dice.

Bebi habla del «efecto de exposición sociológico ‘bola de nieve»: «Un solo mensaje lanzado en la red desde un pequeño pueblo de Italia puede ser leído en Katmandú en diez segundos». Así, «la influencia se hace entonces dueña de una sumación matemática que hace que quien tenga un gran altavoz y una legitimidad de discurso en las redes sociales, termine por conformarse como alguien poderoso e influyente también fuera de ellas. Esto ocurre con cosas como el arte, la moda o las ideas», indica Bebi.

Planes a largo plazo

Pero, ¿cómo es el día a día de Bebi como ‘influencer’? ¿Y cómo anónima? «No puedo contestar a lo segundo» aclara. «A lo primero sí: Me lo paso genial contando mis peripecias en redes sociales. Desde cómo cocino sin gluten hasta cómo lloro después de darme al onanismo borracha». Y pese a no poder dar una respuesta a lo segundo, sí que responde al preguntarle si siente miedo al hacer públicos temas como los que trata en sus novelas y redes sociales: «No», dice sin dudar, y continúa: «he nacido para esto. Ser activista es un sello genético». «Mis planes a largo plazo consisten en lograr normalizar mi vida, aunque soy consciente de que puede ser complicado. No sé si lo conseguiré algún día, pero lucharé por ello», indica rotunda. Además de esta bilogía, Bebi Fernández incluye otros dos libros en su bibliografía, los poemas Amor y asco (2016) e Indomable (2017). Pero, a pesar de sus incontables éxitos y de su popularidad en internet, confiesa que no se esperaba el éxito de sus novelas: «Creo que uno nunca espera nada como eso. Son expectativas muy altas que, al menos yo, nunca he imaginado tener». Por ello, tiene claro qué consejo darle a quienes quieran seguir el camino de la escritura: «lo que aconsejo a todo el mundo con todo en esta vida: que luchen. Luchar es la clave», dice.

Sobre el fruto literario de su lucha artística anticipa que «en la historia de Kassandra hay muchos secretos por desvelar, mucha guerra que luchar y mucho fuego por prender».

Y es que ya lo dice su biografía de twitter: «Me gusta la violencia (estudiarla también), maquillarme e incendiar cosas. Mis libros también incendian cosas, pero esa es una historia muy larga», concluye.

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