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León

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josé enrique martínez

Ante poemarios como En la tierra desolada debemos aludir a la «ebriedad» que empapa el ánimo del lector. El autor, Fermín Herrero, fue premiado en 2014 con el Castilla y León de las Letras por su obra lírica, con títulos como Tierras altas (2006) o Tempero (2011), por citar un par de títulos reveladores de su enraizamiento en la tierra castellana que lo vio nacer, en concreto en Ausejo de la Sierra (Soria). A esos y sus otros libros se les ha prestado atención en El Filandón. No sé si En la tierra desolada es la más encumbrada de sus obras, pero sí que, probablemente, es la de mayor sobriedad e intensidad expresiva. Me he preguntado, tras la lectura y relectura del poemario, qué tonalidad sentimental me ha suscitado: amarga por un lado, en cuanto que expresa la desolación, el desamparo y la precariedad de la vida, algo que no rebajan la honda vivencia de la tierra ni la pasión de la palabra, porque nada puede atenuar la intemperie del vivir ni su incesante fluir temporal; pero por otro lado, sentimos el gozo de sumergirnos en la naturaleza que con tanta efusión canta el poeta con palabra templada como la propia tierra también, sin eludir la hermosura que asimismo le pertenece y el deleite y el alivio que procura, con los recuerdos de la infancia rural acechando a cada paso.

El poemario se organiza en cuatro partes, con diez poemas en cada parte y con diez versos en la mayoría de los poemas, sin título, lo que declara una continuidad de tema y de tono, como si fuera un único poema parcelado en fragmentos (un poema de poemas, diría Colinas). Habría que aludir al sentimiento de la naturaleza en todas sus manifestaciones, una vivencia que se opone a las mezquindades e inconsecuencias de la vida (en la sierra «qué remota la confusión / del mundo») y que no oculta el abandono de los pueblos, el deterioro y «el rumor de la soledad»; una naturaleza sobre la que, por otra parte, el poeta proyecta su estado de ánimo («los árboles parece que se vuelven / melancólicos con la edad»). «Nombrar lo efímero», «estar a gusto con lo mínimo», decir «simplemente lo que hay» son propuesta del poeta, «un hombre en el sendero, qué más», un sendero real que refleja, a la vez, el sendero de la vida. Digamos finalmente que frente a la poesía urbana habitual, la emoción brota en la de Fermín Herrero del ámbito rural y natural; de ahí su aserción irónica: «A buen seguro / no saldrás en la foto de tu generación»; a buen seguro que tampoco le incomoda.

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