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Enrique Ortega García | Jefe de la unidad de Salud Mental Infanto Juvenil de León

«Vemos más adicciones, anorexias y autolesiones que antes del covid»

El psiquiatra Enrique Ortega, en la consulta del Centro de Salud de la Palomera. FERNANDO OTERO

León

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El miedo, la preocupación y el estrés provocado por la pandemia ha dejado huella en los menores, obligados primero a un encierro estricto y, después, a un cambio en los hábitos de ocio y de relaciones, tan importantes para el desarrollo psicosocial a esa edad.

El psiquiatra Enrique Ortega García está al frente de la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil (USM-IJ) de León, situada en el Centro de Salud de La Palomera. La consulta atiende a la población menor de 18 años con problemas de salud mental que llega derivada por los pediatras y los médicos de Atención Primaria, pero también pacientes enviados desde el Servicio de Pediatría del Complejo Asistencial Universitario de León (Caule) y los que son atendidos por psiquiatría en urgencias que ven oportuna la valoración en la unidad. Actualmente, la USM-IJ cuenta con dos psiquiatras, dos psicólogos clínicos, una enfermera, un auxiliar administrativo y una trabajadora social a tiempo parcial.

—¿Cuántos menores pasan al año por la unidad y cómo se han organizado durante la pandemia?

—La demanda asistencial es alta y va creciendo todos los años. Venimos atendiendo unas 1.000 primeras consultas y más de 4.000 revisiones al año. Generalmente la demanda disminuye los meses de verano y aumenta mucho la primera mitad del año. Hay semanas que hemos llegado a recibir hasta 50 peticiones de consulta. La pandemia ha sido una época muy difícil para todos por las incertidumbres que hemos tenido que vivir. Durante los meses de confinamiento nosotros preferimos seguir acudiendo todos los días a la USM-IJ y dar asistencia telefónica a todos los pacientes y reforzamos la comunicación con Atención Primaria. Nos hubiera gustado haber podido hacer videoconsultas pero no nos fue posible al no disponer de medios. La verdad es que durante los meses de confinamiento la asistencia telefónica resultó mucho más satisfactoria de lo que pensábamos. Desde el verano se ha ido retomando la presencialidad hasta haber vuelto a una ‘normalidad asistencial’ desde hace varios meses con las medidas de distanciamiento físico y uso de mascarillas, si bien en nuestro campo nos sigue limitando mucho el no poder acercarnos tanto a los menores y no poder utilizar determinados juguetes.

—¿Cómo ha afectado la pandemia a los menores? ¿Están viendo nueva patologías asociadas al confinamiento y las restricciones?

—La verdad es que es difícil generalizar cuando sabemos que cada niño es un mundo, y hemos pasado por distintas fases de pandemia a lo largo de estos 15 ó 16 meses, pero nuestra percepción es que en líneas generales en un primer momento se adaptaron muy bien, posiblemente por lo extraordinaria que fue la situación del confinamiento y la posibilidad de estar toda la familia junta. Las primeras semanas muchos la vivieron como una prolongación de unas vacaciones con horarios más flexibles, pero a medida que fueron pasando las semanas la queja generalizada fueron relativas a la dificultad de llevar el curso a distancia sobre todo cuando los padres tenían que teletrabajar o trabajar fuera de casa.

Pocos medios
«No pudimos atender a los pacientes por videoconsultas porque no teníamos los medios»

Distanciamiento
«Nos limita mucho no poder acercarnos a los menores y poder utilizar algunos juguetes»

—¿Qué patologías son las que más han crecido en este último año?

—Hemos observado un aumento muy llamativo de los trastornos de la conducta alimentaria, principalmente Anorexia Nerviosa, adicciones a nuevas tecnologías, problemas conductuales, trastornos de control de impulsos y un aumento de los gestos autolíticos y de las autolesiones sin finalidad suicida.

—¿Cómo ha afectado la pandemia a los menores que ya tenían previamente un diagnóstico por un problema de salud mental?

—Esta es una pregunta muy general que no podemos contestar de una manera escueta. Fundamentalmente va a depender del estilo de afrontamiento que haya en cada caso. Los menores que presentan un estilo de afrontamiento más fóbico y evitativo, mejoraron durante el confinamiento al no tener que enfrentarse a las situaciones ansiógenas, en cambio empeoraron después. Muchos pacientes con TDAH (Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad) mejoraron al tener un ambiente menos estructurado, más tiempo y menos exigencias para superar el curso. En cambio, a los pacientes con TEA( Trastorno del Espectro Autista) les afectó muy negativamente la supresión brusca de todos los apoyos, los cambios de rutina y la limitación de movilidad.

—En los primeros meses de la pandemia, los epidemiólogos insistían en evitar el contacto de los menores con las personas mayores por el riesgo de que pudieran contagiar a sus abuelos ¿cómo ha afectado ese peso psicológico a los menores?

—No sé qué contestarte a esta pregunta, pero está claro que han disminuido mucho las relaciones familiares y más los primeros meses de la pandemia cuando no se podía salir de casa.

Carencias
«Falta mucho para una buena red asistencial, hay problemas para atender a pacientes complejos»

TEA
«Nos gustaría tener una unidad de diagnóstico TEA y esperamos que pronto sea una realidad»

—Después de esos primeros meses, se señaló después a los adolescentes como posibles causantes de la propagación del virus por sus conductas de ocio ¿cómo han vivido los adolescentes y qué repercusiones tendrá en el futuro de su salud mental esta etapa de pandemia en la que más se necesita socializar?

—No pienso que los menores hayan sido la causa de propagación del virus. En líneas generales pienso que se han comportado de una manera ejemplar y han seguido las recomendaciones. Este ha sido un año muy difícil y hemos visto cómo han normalizado el uso de las mascarillas, la higiene de manos y el distanciamiento físico. Lo que está claro es que las limitaciones de movilidad, el cese de las actividades deportivas y extraescolares les ha limitado mucho las relaciones sociales.

—Ahora son los últimos en recibir la vacuna. ¿Llegan a las consultas los miedos y las incertidumbres por su salud y por su futuro laboral?

—Esto no es algo que nos comenten en las consultas.

—¿Qué necesidades tiene la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil de León?

—Todavía falta mucho para contar con una buena red asistencial de salud mental infanto juvenil. Sólo contamos con consultas ambulatorias y tenemos muchos problemas cuando tenemos que atender pacientes complejos que precisen un ingreso ya que en la Comunidad solamente hay con una Unidad de Hospitalización Regional que está en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid que dispone de ocho camas y que siempre está llena y tiene lista de espera. Tampoco contamos con un dispositivo intermedio como sería un Hospital de Día que nos permitiría hacer un abordaje intensivo de ciertas patologías como pueden ser los TCA (trastornos de conducta alimentaria), primeros episodios psicóticos, pacientes con alto riesgo suicida, etc. Nos gustaría contar con una unidad de diagnóstico de TEA. Esperemos que pronto pueda ser una realidad la creación de la especialidad de psiquiatría del niño y del adolescente y se potencie la red asistencial.