«Hice 60 borradores antes de la novela»
De pequeño, en su Chipre natal, al escritor Alex Michaelides le encantaba ejecutar trucos de magia ante sus abuelos, que no paraban de exclamarse sorprendidos por lo que ocurría ante sus ojos. Ahora, desde su casa de Londres, convierte el ordenador en una varita que transforma las letras en ilusionismo.
irene dalmases
Después del éxito de su primer título, La paciente silenciosa, traducida a una cuarentena de lenguas y que será adaptada al cine por la productora de Brad Pitt, Plan B. Entertainment, el novelista vuelve a contactar con los lectores con «Las doncellas» (Alfaguara/Amsterdam), un thriller del que ha hablado con Efe, que ubica en la universitaria y muy británica Cambridge, donde ocurrirán una serie de perversos crímenes.
Como ya ocurría en su primer título, en este, la trama está salpicada de referencias a tragedias y mitos griegos, algo que está en el ADN del autor, quien asevera que «habiendo nacido y crecido en Chipre es muy difícil evitarlo, porque allí se respira todo eso y es, en cierta manera, el origen de mi inspiración, la fuente».
A la vez, defiende, contundente, que la herencia de figuras como Homero o Eurípides están presentes en la actualidad, aunque no sea de una manera consciente, mostrándose encantado de que «la mitología griega sea todavía hoy tan relevante».
En su nueva novela, con vueltas de tuerca imposibles, relata la peripecia en la que se ve envuelta Mariana, una psicoterapeuta que viajará hasta Cambridge, donde estudia su sobrina Zoe, para consolarla tras la violenta muerte de su amiga Tara, que formaba parte de una sociedad denominada Las doncellas, bajo la égida del profesor de tragedia griega Edward Fosca.
Michaelides, feliz de poder volver a viajar a España, un país que conoce bien por otras estancias, al principio como turista, comenta que si de pequeño disfrutaba cuando veía «a mis abuelos decir ohhhh, ohhhh ante mis trucos, en cierta manera, ahora, me gusta hacer lo mismo con el lector, guiándolo para que mire hacia aquí o hacia allá, manipulándolo de una manera amable».
Construir una novela
Reconoce que construir este tipo de artefactos literarios no es fácil y que hay que «definir muy bien el plan que quieres, la arquitectura de la historia».
Confiesa, por todo ello, que lo primero que preparó en esta ocasión es el final, que golpea y deja estupefacto al lector.
«Establezco un símil con la pintura. Primero tengo un borrador y después voy centrándome en los detalles del lienzo, soy muy obsesivo. También en los personajes que voy creando. Luego, reescribo. En este caso, llegué a hacer unos sesenta borradores, que fueron reformulando, redefiniendo el relato», apunta.
Aunque no se graduara como psicólogo, sí ha trabajado como terapeuta en una unidad de internamiento de adolescentes y también ha sido guionista de películas, una escuela que le hace tener muy claro que, «como novelista, tienes que ir dos pasos por delante del lector».
Preguntado sobre si cree que el pasado es siempre presente, Alex Michaelides no duda en responder que sí y rememora que hay una escena en el libro en la que el villano reflexiona sobre que «el pasado nunca me ha dejado».
Seguramente es por eso «que mucha gente va a terapia, porque necesitamos entender qué pasó realmente en nuestra infancia».
Lector voraz y admirador de las novelas de Agatha Christie, Michaelides, que estudió hace veinte años en Cambridge, no esconde que esta segunda novela la ha vivido de forma muy diferente a la primera, sintiendo «la espada de Damocles» encima de su cabeza, porque cuando se enfrentó a la hoja en blanco de La paciente silenciosa escribía «para mí mismo una novela de detectives y el éxito me cogió por sorpresa».
Ahora, en plena promoción de su segundo título, deja caer que la obra se convertirá en una serie de televisión, con la que mantendrá la misma distancia que está teniendo con la productora que prepara la película de La paciente silenciosa, porque «tengo muy claro que ambas han dejado de ser mis bebés y ya son de otros».
Lo único que pidió, de una forma explícita a los diferentes implicados, es que los guiones fueran a cargo de mujeres, por la importancia que tiene «la voz femenina» en sus historias.
Tras más de un año sin poder ir a Chipre, donde viven sus padres, no descarta ambientar su próxima novela en esta isla.