Vicente Valls: el maestro nunca deja de enseñar
Director de la Biblioteca Azcárate entre 1925 y 1932
El fallecimiento de Segundo Álvarez en 1923 fue un varapalo para la Escuela Industrial de Obreros de León, la cual, había dirigido impecablemente durante veinte años. Su laboriosidad y dedicación eran difíciles de suplir, por lo que Manuel Bartolomé Cossío, presidente del Patronato de la Fundación Sierra Pambley, se demoró en la tarea de buscar sustituto.
En enero de 1925, Cossío escribía a Luis Azcárate que tenía en proyecto «un buen director para León». Se trataba de Vicente Valls y Anglés (Vinaroz, 1896-Madrid, 1962), maestro natural de la provincia de Castellón. De orígenes humildes e hijo de pescadores, Vicente pronto demostró inquietudes que su maestro en Vinaroz, José Vilaplana, dirigió hacía la educación y las ciencias naturales.
Ejerció como maestro interino en el curso 1914-1915 en Vinaroz y en 1916 como maestro de reclusos de la cárcel de dicha localidad. Profundizó su formación, simultaneando los estudios superiores de Magisterio y la licenciatura en Ciencias Naturales, además realizó cursos, trabajos y excursiones vinculadas al Museo Nacional de Ciencias Naturales y labores de investigación y viajes de estudio a otros países, becados por la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE).
Tras obtener, en 1921, el título de maestro superior especializado en Ciencias, recibió su primer destino, inspector de Primera Enseñanza en Santander. Allí, entre 1922 y 1923, organizó unas «Conversaciones pedagógicas» en varias localidades dirigidas a maestros y padres. Después pasa a Guadalajara, permutando la plaza, donde ejercerá de inspector-jefe.
Participó también en dos Misiones Pedagógicas en la provincia, en el Valle de Valdeón y en San Emiliano, y varias más fuera de ella
Por su reputación, Cossío lo considera apto para representar los valores de la Institución Libre de Enseñanza. Valls lo sabe bien, por lo que cuando le ofrece el puesto de director de la Escuela, se permite incluso negociar las condiciones del contrato. Además de dirigir la Escuela se encargaría de la Biblioteca Azcárate y de las clases de francés, mecánica y dibujo para completar su sueldo.
La buena dirección de Valls se notó no sólo en la escuela de León, sino en las demás de la Fundación, pues al igual que su antecesor, centralizaba la administración de los otros centros. Consideraba que la escuela debía tener una función social, por lo que realizaba reuniones con los padres, estableció las libretas de calificaciones, introdujo las excursiones a lugares singulares. También mantuvo la propagación de las innovaciones educativas por medio de conferencias, no sólo dirigidas a docentes, sino al público en general. Fue destacado el acto organizado por los 25 años de la escuela en 1928.
Igualmente, su gestión al frente de la Biblioteca fue exitosa, ya que popularizó el préstamo de libros, e incluso en agosto de 1926 recibió una petición de ayuda de la colonia leonesa de residentes en Barcelona para organizar su propia biblioteca.
Se integró perfectamente en la sociedad leonesa. Fue invitado a figurar en la candidatura socialista a las elecciones municipales de abril de 1931, saliendo elegido, no sin antes mostrar gran desasosiego ante el patronato de la Fundación y ofrecerse a rechazar la invitación, si ello pudiera producir cualquier tipo de menoscabo para la institución. Participó también en dos Misiones Pedagógicas en la provincia, en el Valle de Valdeón y en San Emiliano, y varias más fuera de ella.
A finales de 1932 al lograr la plaza de Inspector de Primera Enseñanza en Madrid, pone fin a su excedencia, dejando León definitivamente y suscitando la necesidad de buscar un sustituto a su altura, como ya sucedió con Segundo.
En Madrid fue nombrado miembro del Consejo Nacional de Cultura, en 1933, se incorporó de forma interina, al Consejo de Primera Enseñanza de Cataluña y fue nombrado vocal de la sección primera del Museo Pedagógico Nacional. Al comienzo de la Guerra Civil ejercía como inspector jefe de primera enseñanza en Madrid, pero al ser nombrado consejero municipal (concejal) por el partido socialista en 1937, vuelve a la excedencia.
A la caída de Madrid se trasladó a Alicante donde fue detenido y recluido en el campo de concentración de Albatera. De allí fue trasladado a la prisión de Orihuela para cumplir condena, y más tarde transitó por las prisiones de Porlier y Yeserías en Madrid, hasta su libertad condicional en enero de 1944. Volvió a ingresar en esta última prisión apenas unos meses después, en febrero de 1945, sentenciado por pertenecer a la primera comisión ejecutiva del PSOE en el interior. Aunque salió en libertad condicional en 1951, seguirá cumpliendo la condena personal de verse apartado de la enseñanza como tantos docentes, con el escaso recurso de las clases particulares y las colaboraciones editoriales anónimas.