Una ‘generación’ extraña
La pandilla mal avenida de los novísimos
La pandemia tumbó los planes de la Asociación de Amigos de la casa Panero para dedicar el año pasado su Congreso Internacional a los ‘Nueve novísimos’. Finalmente, tendrá lugar del 2 al 4 de septiembre y ya están confirmados como ponentes Jaime Siles, Antonio Colinas, Javier Lostalé y Guillermo Carnero.
Fue una ‘generación’ extraña. Ni siquiera tuvieron buenas relaciones entre ellos. Y jamás se fotografiaron todos juntos. Sin embargo, fueron un soplo de aire fresco en una España bajo el yugo de la dictadura que miraba con envidia a la revolucionaria Francia del 68. Pusieron rumbo a la modernidad en un país acomplejado, también en lo literario, al que le quedaba aún una larga década para salir del negro túnel. Y tenían algo más en común: renegaban del realismo social que había sido la seña de identidad de generaciones anteriores.
Los novísimos, sin embargo, eran contemplados con admiración por otros contemporáneos, que, de forma arbitraria, aún respondiendo a la misma corriente estética, no fueron llamados a las filas de un grupo en el que Leopoldo María Panero brilló con estrella propia.
En realidad los novísimos fueron un invento del crítico catalán José María Castellet, que en 1970 publicó en la editorial de Carlos Barral —y reeditó en 2018 Península— el célebre Nueve novísimos españoles, aunque luego la mayoría abandonó la poesía para surcar otras sendas literarias. Los elegidos fueron ocho hombres y una mujer: Ana María Moix, Leopoldo María Panero, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix y Guillermo Carnero.
Algunos apenas habían publicado más que su primer poemario, sujeto al visto bueno de una censura de tijera fácil, para preservar la moral y la ideología del régimen e intransigente con el sexo. Pese a todo, los poemarios que publicaron en aquellos años se convirtieron en una suerte de manifiesto, caso de Así se fundó Carnaby Street (1970), de Leopoldo María Panero; La muerte en Beverly Hills (1968), de Gimferrer; o Baladas del dulce Jim (1969), de Ana María Moix.
Vázquez Montalbán dijo que si Castellet no hubiera existido «habría que inventarlo en una novela a medio camino entre Henry James y el James Joyce de Dublineses». El año pasado se cumplían exactamente 50 años de la antología de Castellet y la Asociación de Amigos de la Casa Panero pensó dedicar a los nueve novísimos el congreso internacional que convoca cada año con gran aceptación de público, escritores e investigadores. Pero la pandemia frustró todos los planes y el congreso tuvo que ser suspendido.
Panero: «Me gusta la poesía de Carnero y me gusta la poesía de Antonio Colinas, a pesar de que él sea muy feo»
Álvarez: «No me interesan los novísimos. Es pasar de una poesía para sirvientes a una para decoradores»
Reconoce Javier Huerta, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la citada asociación, que el autor de Narciso en el acorde último de las flautas fue, sin duda, el de mayor difusión entre los lectores y uno de los tres que, junto a Pere Gimferrer y Guillermo Carnero, ha sobrevivido como poeta verdadero.
El congreso, que se celebrará del 2 al 4 de septiembre en el Teatro Gullón, ha recibido cerca de una treintena de comunicaciones de distintas universidades. «Muchas para tres días de congreso», admite Huerta, aunque que es consciente de que todo lo que emana de Leopoldo María siempre levanta «expectación».
El poeta leonés Antonio Colinas, al que algunos críticos siguen incluyendo entre los ‘novísimos’, será uno de los ponentes, junto a Araceli Iravedra, de la Universidad de Oviedo; Juan José Lanz, profesor titular de Literatura Española en la Universidad del País Vasco; y el poeta Javier Lostalé.
De izquierda a derecha y de arriba abajo, Manuel Vázquez Montalbán, Pere Gimferrer, Ana María Moix, Vicente Molina Foix, José María Álvarez, Félix de Azúa, Antonio Martínez Sarrión y Guillermo Carnero. LEO LA VALLE/ TONI ALBIR/ ALBERTO ESTÉVEZ/ TONI GARRIGA/ DL/ MARTA PÉREZ/ NORBERTO/ ALBERTO AJA
El manifiesto y el profeta
Sin duda, una de las intervenciones más esperadas es la de Guillermo Carnero, que ofrecerá, según Huerta, una mirada objetiva al grupo de los novísimos —por su condición de profesor—; y otra subjetiva, como poeta perteneciente a ese movimiento. Carnero ha dicho que Nueve novísimos fue un manifiesto y que «los manifiestos irritan tanto como los profetas, y la reacción de quienes no creen haber pecado, o carecen de la humildad necesaria para reconocerlo, es denigrar el mensaje y acusar al profeta de vicios iguales o peores que los que denuncia».
Leopoldo María Panero sostenía que, en realidad, la antología de los Novísimos era más obra de Gimferrer que de Castellet. En una entrevista concedida a Letraria, Panero aseguraba: «Hay buenos poetas en esa antología; sobre todo me gusta la poesía de Carnero. Es muy buen poeta. De otros no puedo decir lo mismo». Y añadía: «Me gusta la poesía de Antonio Colinas, a pesar de que él sea muy feo, y de Gimferrer».
A finales de los setenta la BBC llamó a Molina Foix para hablar de los novísimos. El escritor, controvertido novísimo y por entonces profesor de literatura española en la Universidad de Oxford, dijo en aquel momento que «no ha habido nadie más nuevo que los nueve novísimos», aunque añadió que merecían haber sido incluidos Villena, Barnatán, Ullán y Colinas,
El congreso pretende analizar no solo la histórica publicación de Castellet, sino examinar todo su entorno, desde la figura del antólogo a los nueve poetas elegidos, los novísimos no incluidos, los décimos novísimos, los posnovísimos, los autores periféricos y la poesía en las postrimerías del franquismo.
Huerta considera «muy interesante» que el congreso pueda contar con Carnero, Colinas y Jaime Siles. Como la única mujer de los novísimos, Ana María Moix, falleció en 2014, los organizadores del congreso intentaron buscar a otra poeta de la época, pero no hubo suerte.
José María Álvarez, que inicialmente iba a participar en el congreso de septiembre, se molestó profundamente cuando fue incluido en la antología de Castellet. Y llegó a escribir: «En cuanto a esta última congregación de poetas, me parecen literariamente muy pobres y políticamente reaccionarios. No me interesa. Creo que es pasar de una poesía para sirvientes a una poesía para decoradores».