Solidaridad
Cáritas abre otra casa para hombres vulnerables
Tres africanos que llegaron en patera viven atendidos por Cáritas en el segundo piso de acogida que la institución acaba de inaugurar en León para hombres vulnerables. La vivienda, una herencia, dispone de cinco plazas.
Cáritas detecta un aumento de la vulnerabilidad de los hombres inmigrantes. La pandemia por el coronavirus y la crisis migratoria endurecen las experiencias de vida a los que la institución de León quiere dar una salida. «Con la pandemia se ha agravado más la situación de los hombres», asegura la presidenta de Cáritas, Beatriz Gallego. «Son personas que están en una vulnerabilidad extrema. Esta situación de pandemia afecta más a los hombres solos que ya estaban en la calle», destaca. Para dar una solución temporal a los inmigrantes, sin papeles y sin posibilidad de encontrar un trabajo, Cáritas acaba de inaugurar un segundo piso de acogida con cinco plazas, de las que ya están ocupadas tres por inmigrantes de 51, 38 y 23 años procedentes de distintos países africanos que consiguieron llegar a las costas españolas en pateras. El más joven estuvo en un centro de menores en Tenerife hasta su traslado a León. «Pensaban que era menor de edad, pero tras hacerle las pruebas de certificación comprobaron que tenía más edad». De Tenerife lo trasladaron a Cádiz, después a Madrid y de ahí a León. «No tenía ningún recurso, nada, aunque es un experimentado herrero. En Cáritas le arreglamos el pasaporte, comía en el comedor de la Asociación de Caridad y le pagábamos un hostal. Ahora está en el piso».
Tránsito para la vida
El otro usuario, de 51 años, lleva en España 24 años y ahora está sin trabajo y sin permiso de residencia. Cumplió una condena de siete años y lleva nueve en libertad. «Su situación es muy difícil. Le atendemos porque pensamos tendrá una oportunidad». Ha trabajado en el sector de la construcción. Es un experto en colocar pladur.
El tercer usuario del centro, de 38 años, llegó en patera hace dos años y ocho meses. Cáritas le ayudará a regularizar su situación cuando cumpla tres años de residencia, el tiempo reglamentario para poder regularizar los papeles. «Este chico cose, se le da muy bien».
La casa, que es una herencia que ha dejado una mujer de León a Cáritas, es más que un techo. «Ahora tienen una familia, que es Cáritas y sus voluntarios. Un hogar que les ayuda no sólo físicamente sino en el ánimo».
Cáritas cubre sus necesidades
básicas durante la estancia en este recurso y ofrece apoyo para
que puedan iniciar un proceso de
integración social y laboral. El objetivo es que al finalizar su estancia en la casa, que puede ser un período de larga duración, su situación personal y laboral haya mejorado y les permita vivir de forma autónoma.
En la casa cocinan, se lava la ropa y organizan las tareas domésticas, pero el frigorífico se llena con supervisión de una persona voluntaria de la institución. «Todas las compras se hacen tuteladas. Ellos son autónomos pero su situación les inducido a una vida con una organización irregular. Hay que enseñarles a gestionar todo. Lo que a nosotros nos parece algo habitual para ellos no lo es. Hay que acompañarles para que adquieran hábitos saludables y una buena organización».
Los donativos y las herencias a Cáritas sumaron el año pasado 779.000 euros, unos recursos que la institución destina a las personas más vulnerables. «Todas las asociaciones y oenegés recibimos recursos por herencias de personas que confían en nosotros y saben que lo vamos a destinar a las necesidades, que son muchas».