Los veranos son hoy cinco semanas más largos que en los años 70
Las de calor preocupan mucho antes que las de la pandemia. Los científicos advierten de que el planeta sufre efectos irreversibles. Veranos más largos, ríos menos caudalosos, abandono del medio rural y expansión del clima semiárido. Sinergias que expertos en clima, medioambiente y meteorología analizan en este reportaje.
La ola del cambio global. Alargamiento de los veranos en casi cinco semanas más desde los años 70 del siglo pasado, inviernos más cortos, disminución de los caudales de los ríos, expansión del clima semiárido e incremento de olas de calor son, para los expertos, un hecho provocado por la acción del hombre. Así lo reconoce el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC), que concluye que la actividad humana ha llevado al mundo a su periodo más cálido en 2.000 años y tendrá efectos irreversibles durante milenios.
Leonor Calvo Galán, catedrática de Ecología y directora del grupo de Ecología Aplicada y Teledetección de la Universidad de León, cree «muy probable» que, en la segunda mitad del siglo, los fenómenos climáticos percibidos hoy en día aumenten con intensidad y frecuencia y se extiendan geográficamente por todo el territorio, como los aumentos de las temperaturas máximas y mínimas, una disminución moderada de las precipitaciones y de la nubosidad, periodos de sequía más largos y frecuentes, y olas de calor más largas e intensas. El grupo de investigación, que inició su andadura con el catedrático de Ecología jubilado, Estanislado de Luis Calabuig, con Reyes Tárrega García-Marés y Leonor Calvo Galán, trabaja desde los años 80 en analizar los efectos sobre los ecosistemas de los incendios forestales. En estos años de investigación, constatan que en la provincia de León se ha reducido el promedio de incendios desde el año 2000, pero 2012 se dan escenarios de grandes fuegos y megaincendios «que recorren muchas hectáreas en poco tiempo y son muy difíciles de apagar».
Calvo Galván pone como ejemplos los incendio ocurrido en el Teleno en el año 2012, que abarcó aproximadamente 12.000 hectáreas, y el de la Cabrera en el año 2017, que quemó 10.000 hectáreas. «Desde el año 2000 nos enfrentamos a un aumento de los megaincendios que son muy severos y que afectan de forma significativa a los ecosistemas, es decir, se necesita más tiempo para que se recuperen».
¿Pero por qué ocurre este fenómeno?. La experta señala a dos grandes causantes. Por un lado, al cambio climático, con situaciones prolongadas de sequía extrema, por lo que la vegetación está en mejores condiciones de inflamabilidad; y por otro lado, una mayor continuidad y cantidad de combustible debido al cambio de los usos del suelo. «El abandono rural y sus efectos consecutivos como el abandono de los cultivos y, por tanto, que son zonas con procesos de sucesión ecológica que se cubren de matorrales y, con el tiempo, de arbolado», destaca. Pero hay otro factor que afecta a todo este proceso y que en la provincia de León tiene una importancia relevante. «La ganadería permitía tener unos paisajes con un mosaico de zonas de pasto, matorral, arbolado, es decir, una mayor heterogeneidad en los paisajes. Con el abandono, lo que se está consiguiendo es una homogeneidad del paisaje con continuidad tanto horizontal como vertical del combustible, y cuando aparece un incendio se tiene una alta probabilidad de acabar en un megaincendio».
Los fuegos ocasionan un estrés térmico en el terreno que modifican el ecosistema. En 2019 se registraron tres olas de calor de las que destaca, por su intensidad, la que tuvo lugar entre el 26 y el 1 de julio. «Se superaron los 43 grados en puntos del nordeste peninsular y se batieron récords absolutos de temperatura máxima anual. Este hecho tiene pocos precedentes».
León, un refugio
El jefe de Predicción de Aemet de Castilla y León, Jesús Gordaliza, destaca la relevancia del cambio en la duración de las estaciones, con veranos más largos y más calurosos. «Cada diez años hay siete días más de verano y la inercia es que, si nada cambia, siga con esta progresión. Los inviernos serán menos rigurosos y más cortos». En León, por ejemplo, el verano se prolonga ya casi cuatro meses, cuando hace apenas unos años no llegaba a tres meses. «Dentro de 50 años habrá menos días de nieve y más días de lluvia, menos heladas, tan características de las madrugadas en la provincia. Las estaciones intermedias mantendrán su duración, pero la primavera se adelantará y el otoño se retrasará».
Aunque con patrones comunes, este cambio que se espera en toda Castilla y León afectará de manera diferente a la provincia de León «que será como un refugio». «En León, los cambios no se notarán de manera tan brusca en las zonas de montaña y será como un refugio dentro del cambio climático».
Leonor Calvo, con un miembro del equipo, analiza el ecosistema. DL
Los cambios afectarán a la economía y a las costumbres de León. «Menos días de precipitaciones de nieve afectarán a las estaciones de esquí. El agua llegará en la misma cantidad, pero en lugar de ser precipitaciones continuas, como hasta hace poco, se incrementarán los chubascos y las tormentas, con fuertes episodios de granizo y aparato eléctrico». Gordaliza anticipa cambio en las costumbres domésticas. «Con el aumento de la temperatura, habrá más familias que opten por instalar aire acondicionado en sus casas y la instalación de piscinas en las viviendas y urbanizaciones».
La primera ola de calor del verano llegó ayer a su punto álgido, con máximas y mínimas por encima de lo normal: las altas temperaturas han puesto en alerta roja a 16 provincias, tras una noche en la que se se registraron, al inicio, valores por encima de los 34 grados en Madrid o Sevilla.
Si bien la situación mejora hoy domingo, ayer estuvo marcado por el calor intenso en buena parte del país, incluido los dos archipiélagos; se han salvado del fuerte calor el área Cantábrica, buena parte de Galicia y zonas del litoral mediterráneo.
La jornada comenzó con un mapa de España teñido casi al completo de rojo y naranja, las dos máximas alertas. Así, en alerta por riesgo extremo de altas temperaturas —la roja— amanecieron 16 provincias, con previsión de llegar incluso a los 46 grados.
Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el valor más alto se podría registrar en la campiña cordobesa, donde las mediciones marcaron por la tarpor encima de los 46 grados.
El viernes, a las 17. 10 horas se sobrepasaron los 46 grados también en Córdoba, esta vez en Montoro (46,2 grados); por su parte, la estación meteorológica de la zona del aeropuerto cordobés marcó una máxima de 45,9 grados. Precisamente, esta zona del aeropuerto alberga el récord oficial de temperatura máxima absoluta: 46,9 grados en julio de 2017.
La propia Aemet, al inicio de esta ola de calor, no descartó que se pudiera batir algún récord de temperaturas máximas a mediados de agosto; habrá que esperar a los datos definitivos de los observatorios de la red principal de estaciones meteorológicas.
Además de Córdoba, estuvieron en alerta zonas de Huesca, Zaragoza, Albacete, Cuenca, Toledo, Lleida, Badajoz, Valencia, Cádiz, Granada, Huelva, Jaén, Sevilla, Madrid y Murcia. En estas el calor no fue mucho menor; los termómetros están entre los 40 y 44 grados buena parte del día de ayer. También estuvieron en alerta roja o naranja provincias de 15 comunidades.