Diario de León

Parapsicología o montaje

Cincuenta años del misterio de Bélmez, el pueblo de las caras

Un centro de interpretación cuenta el episodio pese a las voces de fraude

La aparición de una cara dibujada en el cemento fue el detonante. JOSÉ PEDROSA

La aparición de una cara dibujada en el cemento fue el detonante. JOSÉ PEDROSA

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La aparición de una cara en el suelo de cemento convirtió en el verano de 1971 una humilde cocina de Bélmez de la Moraleda (Jaén) en la antesala al Más Allá. Al menos, eso sostenía el parapsicólogo Hans Bender. «A través de la dueña de la casa, María Gómez, se ha abierto una puerta con otra dimensión, y a partir de la primera cara el camino ha quedado abierto para que otras aparezcan en el suelo de la casa», aventuraba el ‘sabio alemán’, como le llamaba la prensa esotérica española.

Cincuenta años después, tras cientos de artículos, horas de radio y televisión y una decena de libros, las caras de Bélmez cuentan con su propio centro de interpretación. Se inauguró en febrero de 2013. Costó 850.000 euros, la mayoría fondos europeos, invertidos en la promoción de uno de los grandes fraudes de la parapsicología.

Porque el auténtico enigma de Bélmez no es el origen de sus caras, sino cómo ganaron la etiqueta de misterio. Para entenderlo hay que viajar a la España rural más supersticiosa. Una de sus vecinas, María Gómez, de 52 años, descubre el 23 de agosto de 1971 una mancha de grasa o humedad en el suelo de la cocina. «Se me apareció hace veinte días. Yo estaba guisando en mi hornilla de butano. Primero, creí que estaba mareada...

España supersticiosa

El enigma de Bélmez no es el origen de sus caras, sino cómo ganaron la etiqueta de misterio

Luego, llamé a las vecinas y vimos que era un rostro. Yo no sé si es un santo, si un demonio o lo que es... Un rostro. La gente viene a verlo. Algunos dicen que le da un aire al Señor de la Vida, que lo quemaron en la guerra», contó el 16 de septiembre al ‘Ideal’ de Granada. Aquella primera cara, parecida al Jesucristo atado a una columna patrón de Bélmez, duró poco. Un albañil la raspó y enyesó. Pero reapareció, y bautizada como La Pava atrajo más los curiosos. Los peregrinos pagaban un duro por entrar en el hogar de María Gómez, y su esposo Juan Pereira, y el fotógrafo local, Manuel Rodríguez, vendían fotos del rostro a 10 pesetas la unidad.

El fenómeno explotó cuando el diario ‘Pueblo’, dirigido por Emilio Romero, sacó en portada las caras de Bélmez —para entonces había varias— el 31 de enero de 1972. «Este caso lo monta realmente Romero», aseguraba hace años Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología en los 70, al periodista Javier Cavanilles y a Francisco Máñez, autores de ‘Los caras de Bélmez’ (2007), título alusivo a los explotadores del fraude. Al tiempo que ‘Pueblo’, cuyo enviado especial era el hoy analista político Antonio Casado, llegaron a Bélmez los parapsicólogos Germán de Argumosa y Joaquín Grau. El primero dictaminó que las caras eran manifestaciones del Más Allá y dijo haber grabado en la casa voces de ultratumba que apoyaban su tesis. Para Grau el fenómeno se debía a una concentración de energía canalizada por María Gómez.

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