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La famosa paella de ‘Verano Azul’

La mítica serie de televisión cumple 40 años con recuerdos del hostelero de Burriana que cambió la vida de Miguel Joven al recomendarle para encarnar a Tito

Ayo, el paellero que se hizo famoso con Verano Azul, combina ahora el chiringuito con el cultivo de mangos. DANIEL PÉREZ

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León

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Verano Azul, la mítica serie televisiva que llegó a los hogares españoles a principios de los 80, pervive aún en la memoria colectiva cuando se cumple el cuadragésimo aniversario de su estreno. Supuso un antes y un después para la localidad turística de Nerja, situada en la Costa del Sol Axarquía, que sirvió de escenario para el rodaje de unos episodios que proyectaron la imagen de este pequeño pueblo costero hasta convertirlo en centro de peregrinación de los amantes de esta producción, dirigida por Antonio Mercero. La playa de Burriana o el emblemático Balcón de Europa fueron cómplices de las aventuras de la pandilla formada por Bea, Desi, Javi, Pancho, Quique, Piraña y Tito, siempre acompañados del carismático pescador Chanquete y la bohemia pintora Julia. En aquellos capítulos, que sentaban a toda la familia frente a la televisión, se pusieron por primera vez sobre la mesa arduos asuntos para una sociedad que había asistido meses anteriores a un intento fallido de golpe de Estado, pero que comprendió la «necesidad» de introducir este tipo de debates. Así lo recuerda el actor Miguel Joven, que encarnó al personaje de Tito por una casualidad, «de esas que ya no pasan». El niño escogido para interpretar el papel de Tito no dio los resultados esperados. Francisco Ortega, más conocido como «Ayo», que ya entonces regentaba el chiringuito donde comía todo el equipo, fue quien recomendó a Antonio Mercero que diera una oportunidad al «espabilado» hijo de un camarero catalán que trabajaba en su merendero. Miguel es actualmente monitor de actividades de aventura y enseña a los turistas los rincones de Nerja que salían en «Verano Azul» para que comprueben que son «reales» y puedan «disfrutar de ellos de verdad». Ayo, camino de 53 veranos haciendo las famosas paellas en el chiringuito al que su apodo da nombre, cuenta a Efe que Mercero buscó por todo el Mediterráneo, «desde Castellón hasta Estepona», un chiringuito que estuviese abierto todo el año y tuviera un buen clima, ante lo que añade que en 1979 «el único que cumplía estas características» era el suyo. En aquella época, cuenta, parecía un «neandertal» al ir descalzo y «con una cuerda amarrada a la cabeza» mientras atendía a sus clientes, alquiló el merendero y las hamacas al director de la serie, quien le propuso también aparecer en un capítulo junto a una yegua que tenía. «Yo le pregunté si me iban a cobrar dinero y me contestó que encima me iban a pagar». La yegua y él tenían el mismo caché: «Me dieron 45.000 pesetas para mí y otras 45.000 para ella», entregas que se repitieron durante los cuatro años siguientes.