Romper el estigma en las empresas
«Tengo un trastorno mental pero puedo y quiero trabajar»
Más de medio centenar de personas con trastorno mental crónico buscan empleo a través de itinerarios de la Asociación Salud Mental León.
Manuel, de 52 años, y Luis Pablo, de 49, son parados de larga duración. El primero tuvo su último trabajo hace cinco años, poco antes de que debutara en su vida la enfermedad mental. El segundo no recuerda cuánto tiempo, aunque sí las ocupaciones que desempeñó: cajero, carretillero, carga y descarga, mozo de almacén... siempre a través de empresas de trabajo temporal.
Manuel y Luis Pablo son dos de los alumnos del curso Inserta Empleo, promovido por la Fundación Once, con financiación del Fondo Social Europeo, que se desarrolla a través de la Asociación Salud Mental León, con fondos del Fondo Social Europeo.
A lo largo de 50 horas se preparan para mejorar sus habilidades en servicios de atención al cliente. Quieren encontrar un empleo y aprender cosas nuevas. «Yo siempre he trabajado de cara al público, me gusta relacionarme con la gente, hablar...», declara Manuel, con experiencia en la ORA, como vigilante y como administrativo entre otros oficios.
En 2020
A Luis Pablo le motiva la formación y el reto de superar los ejercicios para atender al público ya sea presencialmente o por teléfono. Han aprendido a elaborar encuestas de satisfacción con preguntas abiertas «para que la gente pueda explayarse y obtener los datos para fijar el tipo de cliente», explican.
La motivación la tienen, pero son conscientes de las dificultades: «La enfermedad mental», dicen sin dudar. «Como no es una discapacidad evidente, muchas personas que tienen un diagnóstico lo ocultan por el estigma», señala la responsable del área de Empleo de la Asociación Salud Mental León, Alicia López.
Luis Pablo y Manuel no tienen reparos. Dejan en manos de las empresas que valoren su valía y lo que han aprendido en esta formación. «Tengo un trastorno mental pero quiero y puedo trabajar», comenta Manuel. Y Luis Pablo asiente. De la misma manera que han aprendido a ser autónomos en la vivienda supervisada donde conviven con otros dos compañeros. Cocinan, limpian, hacen la compra. Y se organizan tan metódicamente que ya quisieran muchas personas sin diagnóstico. «Para hacer la lista de la compra hacemos un inventario de las cosas que tenemos y así saber lo que necesitamos», apostillan.
En 2020
La pandemia ha supuesto un retroceso en las oportunidades de trabajo para todo el mundo y para las personas con discapacidad en particular. La tasa de paro de las personas con discapacidad es el casi doble (23,9%) que el de la población sin discapacidad (13,9%) y la tasa de actividad la mitad (34 sobre el 77%). Las personas con discapacidad tienen una tasa de empleo del 25,9% sobre el 66,9% de la del resto de personas en edad laboral, según datos del Instituto Nacional de Estadística recogidos por el Sepe en su informe de 2020.
Las personas con discapacidad psíquica declarada son las que menos contratos tuvieron, junto con las de discapacidad sensorial y trastorno del lenguaje. De los 1.603 contratos que el año pasado firmaron en León personas con discapacidad un total de 769 son de discapacidad no declarada, 425 de discapacidades físicas, 245 de psíquicas, 130 sensoriales y 14 de lenguaje.
Las dificultades de empleabilidad de las personas con discapacidad por problemas de salud mental son una realidad que conocen de cerca en la Asociación Salud Mental León. Romper el estigma que la enfermedad tiene en la sociedad y también en las empresas es uno de los objetivos de sus itinerarios de empleo, aunque no el único. Tener un rutina, un horario, relacionarse con otras personas, tener la máxima autonomía van unidas a la formación y al empleo.
«Está complicado aunque ahora empieza a haber más ofertas de empleo, la formación es muy necesaria, incluso más que antes», explica Alicia López. Protegerse contra el virus fue el primer objetivo de la pandemia y se ha conseguido. Ninguna de las personas usuarias de los pisos y la residencia de la Fundación Alfaem-Salud Mental León se ha contagiado.
Se ha hecho formación online y pudieron salir a la calle con los paseos terapéuticos antes de que terminara el confinamiento, pero ahora es necesario «volver a coger una rutina», comenta la responsable de empleo. El resultado de los paseos fue tan positivo que mantienen la actividad con el nombre de mindwalking.
La pandemia ha paralizado el mercado laboral en general y a las personas con trastornos mentales en paro les ha dejado aún más atrás, aunque no han dejado de realizar online. Con la nueva normalidad han vuelto los cursos presenciales y El colectivo de personas con discapacidad suman el 1,5% de las afiliaciones a la Seguridad Social en España y el 2,01% en León (3.144 personas en 2020). Desde 2007, la representación de personas con discapacidad en el número de contratos ha ido en aumento —excepto en 2012 — pero en 2020 se observó una caída del 30% (23% en hombres y 30% en mujeres en León), levemente superior al resto de contratos. Por edades, solo 60 personas menores de 25 años con discapacidad están dadas de alta en la Seguridad Social. 1.150 de 25 a 45 años y 1.934 de 45 años en adelante.
Desde la Asociación Salud Mental León (Alfaem) piden a las empresas que confíen en las personas con independencia de su diagnóstico de salud mental. La asociación cuenta con especialistas en empleo con apoyo que sirven de interlocutores entre la persona contratada y la empresa para facilitar la integración. Piden que sigan el ejemplo de las empresas que rompen los tabúes. «Una de las chicas que empezó el curso de Inserta Empleo ya está trabajando en el sector de atención al cliente de una empresa de logística», apuntan.
Manuel, que tiene una incapacidad permanente pero puede trabajar en sectores que no sean el suyo, subraya que «a veces a las personas con discapacidad se les exige más que a las que no tienen discapacidad». Como si tuvieran que demostrar continuamente que son capaces, aclara.
La Asociación Salud Mental León cuenta con una bolsa de empleo en la que hay cerca de 60 personas. Cuenta con dos programas de empleo de itinerarios personalizados e inserción sociolaboral para jóveenes y mayores de 30 años. «No solo se les ayuda a encontrar trabajo, hay que mantenerlo», indica Alicia López.