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Cornada de lobo

Los dientes de la tronzadora

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León

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Reserva natural de la biosfera. Eso serán a partir de ahora el gran macizo de Picos de Europa y Laciana, junto a las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Eso serán. ¿Es que no lo eran ya? ¿En qué se nota hoy que no se notara ayer?... En los papeles y en los despachos, quizá, pero allá en Cordiñanes o en el Llambrión... allá en las brañas de Lumajo... La declaración de reserva de la biosfera acarreará medidas, dineros y limitaciones para según qué metemanos y negocios y entre las gentes que pueblan estos santuarios naturales habrá crujir de opiniones por tener que colgar la escopeta de los siglos o partirle los dientes a la tronzadora de hayas... y habrá aplauso encendido entre quienes tengan boleto en la rifa de uniformes y empleos, entre los que aman el lugar y piensan que hay que alejar de él a tuercebotas y zampones, entre los que están hartos de que se lleven a mordiscos el patrimonio natural que heredamos los leoneses como privilegio. Picos de Europa, Laciana... reservas de la biosfera. Noticia estupenda. Pero para que la biosfera siga entera sin perder hígados y ramas, tan importante como las peñas de Cordiñanes o el urogallo de Leitariegos ahora declarados reserva son los robledales de Ruiforco, el praderío cervunal de las brañas de Torrestío, el líquen de Islandia que crece en el Teleno, los castaños entre urces del valle del Selmo, los grillos de las eras de Oteruelo, los tejos solitarios que verdean la peña gris de Portilla de Luna, el plágano de Fombasallá, las bermejuelas que relampagueaban en las aguas del Torío antes de que lo hicieran canal reguerón, las rastrojeras de grano anual donde comen la calandria y la avutarda, las junqueras de Velilla, las charconas que se ciegan en el Páramo dejando a los curros bravos sin su salto de oca en oca, las sebes del señor Quintín que están urdidas de espino mayoral, negrillo, zarzamora, palero, brunos y boneteros, las cuestonas bercianas del valle del Argutorio, las madroñeras de Paradaseca, cada gota de agua que llora La Cabrera, las tapias de morrillo y lagartija roquera, el gorrión de tu calle, los cardos burreros... La bioesfera depende más de esos metros que nos rodean a cada uno, que de estos dos parques y otros seis que no dejan de ser un grano en el mapa, un rincón, una venda.