Diario de León

Gaspar Llamazares | Coautor del libro ‘Pandemónium. Diario de Pandemia y populismo’

«El primer problema de la pandemia ahora es el nacionalismo vacunal»

Gaspar Llamazares estará hoy en León. JESÚS F. SALVARORES

Gaspar Llamazares estará hoy en León. JESÚS F. SALVARORES

León

Creado:

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Lugar: Fundación Sierra Pambley

Hora: 19.30 horas

Entrada: Gratuita

 

El político y médico Gaspar Llamazares presenta hoy en León el libro Pandemónium. Diario de pandemia y populismo, una obra de la que es coautor junto a Gema González y Miguel Souto.

—¿Cómo cree que reaccionará la sociedad española ahora que suben los contagios?

— Creo que en España no se va a producir una sexta ola, si acaso un repunte centrado en los no vacunados y en las personas inmunodeprimidas. Eso llevaría a una estrategia diferente que no pueden ser restricciones globales, sino selectivas, centradas en vacunar a los que no lo están y que probablemente tenga que ver con la población infantil. No estoy de acuerdo con generalizar la tercera dosis porque no nos añade nada y porque retrasa la vacunación de los países del tercer mundo. También son importantes las medidas selectivas en relación con las reuniones o comida de empresa, sobre todo en Navidades. Tenemos que proteger a los más vulnerables. Estamos en la salida de la pandemia y hay que cambiar el chip a una visión de una epidemia estacional.

—¿El virus ha venido para quedarse? ¿tenemos que aprender a convivir con él?

—Lo que ha venido para quedarse, como la tecnología, la telemedicina o el teletrabajo, ya estaba en marcha y tiene sus dificultades porque la brecha digital existe y discrimina a los que más ha sufrido la pandemia. El sector público ha respondido por encima de sus posibilidades. No así el mercado, la globalización y el populismo, que han sido los principales problemas. Lo fundamental es aprender las lecciones de la pandemia, más que a vivir en pandemia. Hay que volver a la vida normal, pero prevenir futuras pandemias. No comparto lo de que las mascarillas nos deban acompañar para siempre, ni que la gran alternativa sea la telemedicina. La gente de cierta edad, con pocos conocimientos telemáticos, están en desamparo con respecto a lo que conocían de la medicina personal, que hay que recuperar. Lo que nos ha demostrado la pandemia es la debilidad de la salud pública, muy esforzada pero bajo mínimos, la debilidad de la atención primaria, de la salud mental y de la salud laboral. La salud comunitaria ha fallado. La pandemia la han sufrido los más débiles, no ha sido para todos igual. Ha sido una sindemia que se ha ensañado con los sectores que tenían más enfermedades crónicas y más desigualdades.

—¿En esta pandemia ha habido más demonios o confusión y ruido?

—Ha primado la responsabilidad ciudadana, sanitaria y pública. Todos los países han tenido exceso de confianza tecnológica y de desarrollo, pero España tiene un aprobado por encima de la media y en vacunaciones tenemos un sobresaliente. Pero también ha habido mucho ruido y relatos de parte. El principal relato con el que se enfrenta Europa es el negacionismo, una suerte de conspiración mundial para controlar a los ciudadanos a través de la vacuna. Por suerte, en España ese discurso ha calado menos. Hay otro relato dogmático y tecnológico que defiende que ante cualquier repunte de la pandemia hay que cerrarlo todo y confinarnos en casa. Está muy presente en medios tecnocráticos. En un contexto populista han polarizado la opinión, pero por suerte ha primado el relato de la responsabilidad colectiva y personal. La sanidad pública, el modelo descentralizado autonómico y la ciudadanía han respondido con responsabilidad.

—¿Por qué los países centroeuropeos responden con protestas a las restricciones que en España se asumieron colectivamente?

—Es un proceso de aprendizaje con dolor. España e Italia sufrieron el primer embate de la pandemia y los países centroeuropeos nos miraron con cierto aire de superioridad. Ese miedo inicial se convirtió en responsabilidad y permitió un alto nivel de vacunación en el sur de Europa. Sin la experiencia del año y medio que pasamos en España no hubiéramos tenido el nivel de vacunación que hemos alcanzado. Ahora la pandemia se vuelve contra ellos porque no tienen una base de inmunidad colectiva, porque no han logrado la responsabilidad de su población y lo tienen muy difícil porque no les va a servir los mecanismos de presión. O nace de la convicción o es difícil imponerlo mediante la coacción. La pandemia nos da una lección de humildad a todos. Primero cuando miraban con superioridad la situación de Italia o España y nosotros no deberíamos hacer lo mismo ahora con Alemania o Austria. O lo arreglamos entre todos o no lo arreglamos. Tan malo es no hacer como sobreactuar, es decir, generalizar la tercera dosis cuando lo prioritario es la primera en todos los países, que es lo que nos puede evitar la olas. El principal peligro ahora es el egoísmo y el nacionalismo vacunal.

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