Diario de León

«El XX es el siglo de los exilios»

l La ensayista Mercedes Monmany presenta «Sin tiempo para el adiós»

v. puente

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León

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josé oliva

En Por las fronteras de Europa (2015), Mercedes Monmany hacía un repaso exhaustivo de la literatura europea de los siglos XX y XXI, y en Ya sabes que volveré (2017) analizaba los últimos días y obras dejadas por varias escritoras que murieron en Auschwitz (Irène Némirovsky, Gertrud Kolmar y Etty Hillesum), y ahora en Sin tiempo para el adiós centra el foco en algunos de los más grandes creadores europeos del pasado siglo que se vieron obligados al exilio. Por este tercer libro, desfilan los antinazis alemanes Thomas y Klaus Mann, Alfred Döblin y Hannah Arendt, los austriacos Robert Musil, Joseph Roth y Franz Werfel, los rusos que huían de la tiranía soviética como Nabokov y Joseph Brodsky, confinados de la época mussoliniana como Pavese y Natalia Ginzburg, españoles exiliados tras la Guerra Civil como María Zambrano, Luis Cernuda o Chaves Nogales, polacos como Witold Gombrowicz y el Nobel de Literatura Czeslaw Milosz o huidos a EEUU por las incesantes olas de antisemitismo y la catástrofe del Holocausto como Isaac Bashevis Singer y Henry Roth. En una entrevista, Monmany señala que a todos esos escritores los hermana que son europeos, pues «los mayores logros y hallazgos culturales pero también las mayores catástrofes, ocurrieron en suelo europeo y en un mismo siglo, el XX».

Curiosamente, añade, «el intento de presentar los exilios de forma global y europea tampoco abunda en otras lenguas» y «no hay que olvidar que tiranía y exilio se dan la mano». En el ensayo, publicado por Galaxia Gutenberg, narra el «otro exterminio», el cultural, que producen los totalitarismos: «el exterminio de lo mejor de las artes y las letras, de la ciencia y del pensamiento, en periodos de ultranacionalismos delirantes y de fanáticas ideologías criminales». Todos esos autores huyeron de las guerras, de conflictos civiles o mundiales, de persecuciones raciales y políticas, o simplemente fueron expulsados por no aceptar la sumisión absoluta en el corazón de «pavorosos totalitarismos». Monmany recuerda las palabras de Thomas Mann en una carta dirigida al decano de la Universidad de Bonn en 1936, tras serle retirado su doctorado honoris causa, además de la nacionalidad: «¡Me acusan de haber ofendido al Reich y a Alemania porque formulé declaraciones contra ustedes!. ¡Tienen la increíble audacia de querer identificarse con Alemania!». Estos escritores iniciaron entonces lo que Joseph Roth definió como «patriotismo nómada», recuerda Monmany.

Aunque desde Homero al destierro de Ovidio en Constanza, el exilio es un concepto que viene de lejos en la historia, Monmany subraya que «la idea de exilio, en su forma moderna, comenzó con la Revolución Francesa y más tarde con Napoleón, y el Romanticismo lo expandió masivamente, desde varios países».

En cuanto a España, hemos sido «un país especialmente desgraciado» que a lo largo de los últimos siglos, tanto el XIX como el XX, no ha dejado de producir exiliados debido a la intolerancia y el despotismo y a las distintas dictaduras encadenadas.

Para Monmany, es difícil determinar si el exilio perjudicó o benefició la creación: «Ignoro, por ejemplo, qué hubiera sucedido en el caso concreto de Lolita, la obra maestra de Nabokov escrita en su exilio, en Estados Unidos; y quién sabe la forma rusa que le hubiera dado a un tema así, en el caso de haber seguido viviendo en San Petersburgo, con continuos viajes, por supuesto, como buen políglota y cosmopolita que era, a Londres, Berlín o París».

Analiza la ensayista a un grupo de «exilios voluntarios», de creadores que si se hubieran quedado en sus países, «la patria los habría aplastado, ahogándoles como escritores», caso de James Joyce, Samuel Beckett o Edna O’Brien.

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