Cornada de lobo
Propiedad particular
La cultura popular anda difunta o medio muerta. Descanse de costado. Déjenla en paz. Que le apliquen los santos óleos, que vaya componiendo bien su legado y que el tránsito al hoyo sea lo más digno, con acompañamiento y duelo, si es posible, pero nunca a la chita callando, como ocurre, procesión vergonzante de artes, saberes y tradiciones que se van al desolladero de este tiempo nuestro cautivo y sobornado por los príncipes del dólar y las ciudades del milagro... Oficios, canciones, aperos, telares, ritos, fiestas, ceremonias, trabajos, trebejos o costumbres son abandonados por sus dueños históricos, la gente-pueblo. ¿Quién hace hoy unas madreñas, un cesto?, ¿echa alguien el rastro nupcial?, ¿no es muy probable que si rondas hoy a la paisana te cierre el balcón, te llame cretino y se vaya con el de la moto?... Todo ese patrimonio popular no es de uso, estorba, no interesa. Herreros y curtidores, al carajo. Cardadores y molineros, al cuerno. Casas y primores de teja, al solar. El chiflo, al trastero. Y que vengan después etnógrafos a hurgar entre despojos. Da igual. Nunca resucitarán tan carcomida carne, tanta ceniza. Lo suyo se queda en inventariar páramos barridos, embalsamar lo poco repescado y esconderlo en vitrinas o publicaciones (si quieres mantener un secreto, decía Azaña, publícalo en un libro). La etnografía quizá logre que la pequeña cosa de patrimonio que ha estudiado no se olvide, pero jamás que no se muera. Es fiambre. ¿Hace una jota?... ¡No hay con quien! Pero ya no es tanta muerte lo que nos hunde en cierta miseria, ni el silencio que entristece el zaguán; lo que ofende y no se perdona es que al menos no hayan recogido y catalogado todo lo que irremisiblemente se perdió ya. Esa cultura desdeñada no se subió al deván; se tiró a la mierda. Y de lo que aún quede, ¿qué apañan, qué estudian, en qué se gastan los cuartos? Mayormente, en oficios muertos, canciones secas, faldumentos coloraos e indumentarias que se pretenden populares cuando sólo fueron cuatro ricos quienes pudieron comprarlas... Pero si la cultura popular ya no es de la gente, sino de etnografías o industrias folklóricas, pues ya no es cultura ni es ná, sino empleo, enchufe, subvención y patrimonio particular... cosa nostra.