Los 25 días de las cabañuelas leonesas
El método más ancestral para predecir el tiempo del próximo año, con arraigo en los pueblos, empezó ayer día de Santa Lucía y concluye en la fiesta de Reyes
Niebla y llovizna en Astorga. Día gris en la capital por la mañana y sol con fondo de niebla por la tarde. En Laciana cayó una buena helada, pero salió el sol. Buen día en Omaña. Niebla en Salamanca. Sol y 18 grados en Torremocha, Extremadura. Ayer, día de Santa Lucía, «se igualan las noches con los días» o «se acortan las noches y se alargan los días», según versiones del refranero popular comenzaron las ‘Cabañuelas’, una tradición ancestral para barruntar el tiempo en las zonas rurales de León. Desterradas por la ciencia y por el hombre, y cada vez más, la mujer del tiempo de las teles. Los primeros veinticinco días de agosto, sobre todo en las zonas de montaña, y desde el 13 de diciembre hasta el 6 de enero, en el sur de la provincia, son los periodos elegidos para tomar nota de las condiciones atmosféricas.
Cada día equivale a un mes, de enero a diciembre en el primer periodo y de diciembre a enero en el segundo. El 13 de diciembre, que equivale al mes de enero, hoy 14 a febrero, mañana 15 a marzo... así hasta el 24, día de Nochebuena, que cuenta como si fuera diciembre de 2022. El día de Navidad se descansa y se hace la segunda vuelta desde el 26, festividad de San Esteban, hasta el 6 de enero, día de Reyes, cuando los días ya «los conocen los bueyes». En esta ocasión se empieza por diciembre y se termina en enero.
Las cabañuelas son el método de pronóstico meteorológico más antiguo de España y goza de gran arraigo en el sur de León. En la montaña es más frecuente realizar las cabañuelas en los primeros 25 días de agosto, también de ida y vuelta y con un día de descanso en el medio. Esta costumbre se mantiene en otras zonas del antiguo reino leonés como Salamanca.
La predilección por el mes de agosto para tomar el pulso a la meteorología se debe a que es el mes «más mudable». Así fue durante siglos, antes de que existiera la televisión y el ‘hombre’, y cada vez más la mujer, del tiempo. Sin saber nada del anticiclón de las Azores, los antiguos se hacían una idea del tiempo que les iba a esperar en el año venidero por observación y repetición de acontecimientos. Con el cambio climático, todos los meses son un poco locos como febrerico el corto y cambiantes, como agosto el del frío en el rostro.