Diario de León

Un inédito de Miguel Hernández

l Una novela histórica rescata un poema dedicado a su bisabuelo

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eva batalla

El autor alicantino Jaume Silvestre ha rebuscado en el pasado de su familia para hilar la trama de su primera novela, Presons de paper (Prisiones de papel), en la que recupera la memoria de su bisabuelo, a quien Miguel Hernández escribió un poema cuando coincidieron en la prisión de Alicante, para que su historia, como tantas otras, «no quede en el olvido».

Silvestre (Villajoyosa, 1982), filólogo y profesor de Secundaria en un instituto de Barcelona y de literatura en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), sitúa la novela en tres momentos históricos de los que habla en una entrevista con Efe.

El primero es 1935, un año antes del inicio de la Guerra Civil; después, durante la contienda a través de la mirada infantil de Roser; y en 2010, cuando uno de los protagonistas, Jeroni, descubre tras la muerte de su abuelo, practicante de profesión, que este atendió a Miguel Hernández, gravemente enfermo ya de tuberculosis, en la prisión de Alicante.

La historia de Jeroni es la del propio autor, que descubrió, a los 20 años, la relación de su bisabuelo con el poeta y dramaturgo de forma inesperada por su abuela, porque su familia nunca había mencionado este episodio.

«Mi abuela tenía un recuerdo muy lúcido del poema que escribió Hernández a mi bisabuelo, dedicado a sus hijos», y de los dibujos con los que el poeta lo ilustró, recuerda Silvestre. «La tragedia fue descubrir que el poema no se conservaba», lamenta.

En Presons de paper, editada por Rosa dels Vents, Silvestre recurre a hechos y personajes reales, como el fotógrafo Robert Capa, cuyo trabajo le «cautivó» cuando visitó en Inglaterra, en sus años de estudiante, una exposición sobre las imágenes que capturó de la Guerra Civil, o el boxeador Paulino Uzcudun, el inventor Juan de la Cierva, la fotógrafa Gerda Taro y al propio Miguel Hernández.

Una parte de la historia se desarrolla en la localidad ficticia de Benijoia (un juego de palabras con su Vila Joiosa natal) y una de las voces principales es Jeroni, un personaje inspirado en el propio autor, profesor en un instituto de una localidad francesa, que tras la muerte de su abuelo busca sus raíces en su pueblo y decide investigar la memoria de la familia.

El tercer escenario que plantea el libro se produce en plena Guerra Civil, vista desde la mirada de un niña, Roser, inspirada en su abuela, que cuenta en primera persona cómo ve el conflicto y a los adultos desde otra mirada.

Con esta novela, el escritor alicantino quiere lanzar también el mensaje de la necesidad de «poner en valor la memoria histórica» para que no caiga en el olvido, porque, a su juicio, «la historia es cíclica y los humanos volvemos a caer en los mismos errores. Solo hay que ver la Europa actual».

Ensalza también la importancia de la educación, de hacer pedagogía sobre estos periodos históricos desde la «objetividad» y hacer frente a los mensajes de los partidos políticos de extrema derecha que «se aprovechan de esa ignorancia para manipular a la gente», lanzando «mensajes muy edulcorantes para llegar al votante» y que pueden conllevar que «se repita la historia». «Los mensajes de racismo son los que dan alas al fascismo», advierte.

Defiende por ello que no se pase de «puntillas» en las aulas sobre estos momentos históricos, se explique esta parte de la memoria desde un punto de vista «histórico» y «objetivo» y se hable de ello «abiertamente»; una reticencia, lamenta, todavía latente en muchas familias, en las que la Guerra Civil sigue considerándose un tema «tabú».

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