El regalo de la escucha por Navidad
El último mes del año cuelga solitario en un calendario desvencijado por los vientos del otoño y aires de pandemia. Grita paz, extenuado por máximos históricos y aún en erupción. Responde al nombre de diciembre, de apellido, Navidad. Se engalana quizás para ocultar su edad. Mientras las calles se adornan con millones de luces, en los hogares de las personas que se sienten abatidas brilla con más fuerza la oscuridad. Por fortuna, el Teléfono de la Esperanza se descuelga hace cincuenta años donde no llega Papá Noel para llevar el regalo de la escucha. Siendo ese desconocido que se vuelve confidente. Ese silencio que se convierte en eco de lo que un día supimos y hemos olvidado. Ese invitado en la mesa de los recuerdos y las sillas vacías. En definitiva, esa voz que transmite que todos llevamos dentro las fortalezas necesarias para salir de cualquier crisis y que mientras hay vida hay esperanza. Navidad es tiempo de lotería. Este año con el lema ‘Compartimos la suerte con quién compartimos la vida’. No imagino mejor manera de compartir la vida que velar por la salud emocional, ni mayor suerte que recibir de vuelta un «gracias, solo quería desahogarme, ya me siento mejor». Es tiempo de cuentos de Navidad, como este que viví cualquier día del año y os quiero compartir: «Hace unos meses, mi vecino que atesora bastante juventud acumulada, se rompió la cadera, lo que le obligó a guardar reposo. Después de varias semanas se asomó caminando frente a mi ventana con su mujer. No escuché ni una queja, sólo se percibía cariño y aceptación. Sentí que lo difícil se puede volver sencillo, que el dolor si tú quieres se convierte en arte y la desdicha en suerte si tienes con quien compartirla. Y es que hay ventanas que son balcones de aire fresco de otros tiempos y lo importante no son las vistas, sino nuestra mirada. Cuando se fueron, la ventana quedó abierta.
Ventanas que son poemas.
Ventanas que son alma.
Ventanas de hoy construyendo de la mano las ventanas del mañana.
La ventana quedó abierta…»
¿Y si al final, la vida es solo eso? ¿Y si al final la vida es cambiar un no puedo por una sonrisa? ¿Y si la Na(vida)d es solo eso? Sostenerse, regalar tiempo, no dejarse nada por decir y abrir de par en par las ventanas al amor.