De emperador a jardinero

Fue uno de los mayores éxitos del cine europeo de todos los tiempos, una ambiciosa superproducción, la primera occidental que se rodó en territorio chino, que acaparó un total de nueve premios Oscar: Mejor película, mejor director (Bernardo Bertolucci), fotografía (Vittorio Storaro), dirección artística, diseño de vestuario, montaje, banda sonora, guión adaptado y sonido. A medio camino entre las historias personales que salpican la filmografía del autor de Novecento y las superproducciones históricas de larga duración, la cinta nos narra la historia de Pu Yi, el último emperador de la China milenaria. La cinta, que se estructura en tres significativos episodios, arranca con su nombramiento como emperador a la edad de tres años. Separado de su madre y recluido en la Ciudad Prohibida, el joven Pu Yi vive una existencia plácida hasta que, en 1912, el país pasa a ser una república y se convierte en un ciudadano normal, como cualquier otro. En 1934 es recuperado por los invasores japoneses que le nombran emperador de Manchuria, mientras su mujer es víctima de una enfermedad que le produce una locura progresiva. La derrota del imperio japonés, en 1945, por parte de la armada soviética, provoca que nuestro protagonista pase cinco años de prisión en Rusia y sea reeducado posteriormente, durante otra larga década, en la China de Mao Tse Tung. Su trabajo como jardinero en su propia mansión, reconvertida en destino turístico, sería su última actividad hasta que falleció en 1967. John Lone, Peter O''Toole y Joan Chen, son los principales protagonistas de un título que fluctúa entre el exotismo y la belleza visual de su primera parte y la densidad, cercana al psicoanálisis, de la segunda parte del metraje. Co-producida por Italia, China y el Reino Unido, El último emperador es uno de los títulos claves en la filmografía de un realizador que debutó en el séptimo arte de la mano de Pier Paolo Pasolini. Juntos realizaron Accatone y La commare Secca. Pero el despegue definitivo llegaría con dos películas basadas en sendos éxitos literarios; La estrategia de la araña, basada en un texto de Jorge Luis Borges, y El inconformista, basada en la novela homónima de Alberto Moravia. El grandioso éxito internacional de El último tango en París, rodada en inglés y protagonizada por un inspirado Marlon Brando, propició que la serie televisiva 1900 (Novecento) fuera reestructurada como un largometraje y estrenada en salas comerciales. Tras experimentar con el lenguaje fílmico en La luna y La tragedia de un hombre ridículo, realiza El último emperador e inicia el rodaje de unas ambiciosas producciones, rodadas en inglés, entre las que destacan El cielo protector, basada en el libro de Paul Bowles, y El pequeño Buda, rodada en Nepal.