Diario de León

Cornada de lobo

El irlandés y las furagañas

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Fíjate qué salud no tendría el Cantábrico en sus costas, que Brian O''Flagerty, un joven irlandés con el que coincidí en Lastres, consiguió estirar cuatro días de hotel y vacación para él y su novia gracias a una caña ridícula de sólo dos metros con la que alivió la secanera de bolsillo. No gastaba ni cebo porque pescaba a cucharilla como si el mar fuera un río truchero. Y es que descubrió que era un buen señuelo la chapa en el extremo pedrero de la playa de Colunga donde las lubinas pequeñas que allí llaman furagañas entraban con voracidad cuando se acercaban al rompiente de la olas en busca de llongarones, crías de aguja. Llenaba la cesta y se personaba después en la rula donde subastan la pesca. Chucha, pescadera y dueña de la cetárea, se las compraba y aforaba las seis o nueve mil leandras de las capturas del día, gracias a las que pudo invitarnos al Cafetín a comer unes fabes con andariques y -la joya de aquella gastronomía de litoral- una chopa a la sal, exquisitez ante la que se rinden todas las doradas. Brian no entendía ni zorra de español y mi zarrapastroso inglés de Azadinos no lo entendía Brian, de modo que con más pasión que gramática fuimos enhebrando conversaciones aquellos días de playa y puerto. Brian era del Sinn Fein y colaborador del Ira. Tenía una pata cosida a cicatrices de sus encuentros con la policía inglesa, pero jamás hizo esfuerzos en convencerme de nada. Me pareció buen rapaz y, por encima de sintonías o discrepancias, brilló entre nosotros una intuición de buena gente. Lo era. Y el mar fue cosiendo nuestras dificultosas chácharas. Del mar hablábamos. Corría entonces el año 1979 y el litoral no estaba tan esquilmado como hoy, tan repasado con redes y palangres. Lamentaba él que sus costas irlandesas no eran ni pálido reflejo de lo que fueron. Igual que aquí, nos decían los viejos marineros de Lastres que no dejaron de vestir de mahón toda su vida. Estamos matando los caladeros... Pues bien, pasado el tiempo y viendo hoy las cosas, aquella presunta escasez es ahora envidiable. Ya no he vuelto a sacar furagañas en el pedrero y a las chopas se las ve huérfanas de bulto. Otras mareas de química o rapiña pasaron antes que esta. (Continuará) La marea negra también.

tracking