Diario de León

Cornada de lobo

Calderadas de sapos

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León

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Desayuno como tú todos los días tres cacetas de esa asquerosa brea que nos inunda el estómago y a Galicia la boca. Ni siquiera podemos vomitarla porque una nueva pleamar nos vuelve a llenar las tragaderas empujando el bocado hasta los hígados o hasta la más secreta ranura de acantilados inaccesibles. Qué de mierda. Llevamos treinta días conjugando el espanto por activa, por pasiva y perifrástica. Hemos convocado a todas las palabras que conocemos para describir la catástrofe y la furia, la indignación sublevada y la gran pena. Tremendo crimen. Se acabaron los adjetivos. De la impotencia al cansancio ya sólo cabe el canto de un duro. La foto de voluntarios y chortas enfangados en playa negra, mono blanco, cara hundida, pringada el alma de ese moco negro que parece una fondí de apestoso regaliz, esa estampa y esos telediarios a pie de puerto, digo, comienza a ser foto repetida y la industria informativa suele medir mucho estas cosas. Se nota fatiga en el campo de batalla y en las necias guerras de retaguardia. A medida que vomita su espesa lava ese volcán que sembramos en el Atlántico, se recubre la sensibilidad con reseca costra de rutinas. Dijo anteayer el Cis que a los españoles no les preocupa la marea negra. Pero el delito de ese buque es nuestro delito, cosas del sistema de abundancia y del club de los ricos donde nos dejaron entrar. Esos barcos seguirán mandando en las autopistas del mar; emburriando. Se necesitan imperiosamente para seguir llenándonos las gasolineras. Si retiraran todos los monocasco de la navegación andante, ten por seguro un racionamiento en tres semanas. ¡Y bueno eres tú para que te chafen fines de semana sin gasofa para ese pedazo de coche con el que te vistes! Pues que siga surcando mares el suministro. Y tranquilo: cuando tengan que poner doble casco, también serás tú quien lo pague, tontolaba. Qué de mierda. Europa es clara: no habrá ayudas; esto no es catástrofe natural, dicen, ni habrá leyes que bloqueen la flota de chatarra; querida España, te jodes, te tocó, es la lotería de este tren de vida. En fin, deseyuno como tú todos los días confusión y abatimiento. Y sapos en Calderas. (Continuará) La marea negra también.

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