La psicopatía de Keanu

Tras consolidarse como el perfecto héroe de acción, en cintas como Speed o Matrix, el actor de origen hawaiano Keanu Reeves decidió dar una vuelta de tuerca a su carrera interpretativa metiéndose en la piel de un psicópata en The Watcher. Juego asesino, un film dirigido por Joe Charbanic en el que comparte protagonismo con James Spader y Marisa Tomei. Una producción, que saldrá a la venta conjuntamente con Diario de León a partir del próximo jueves, a un precio de seis euros, en la que se nos muestra el enfrentamiento que mantienen un asesino en serie y un agente del FBI que ha pedido la baja en la profesión a causa del estrés. Su reencuentro, a raíz de un nuevo asesinato, será el desencandenante de una trepidante trama de acción en la que ambos jugarán peligrosamente al gato y al ratón. Tras iniciar una desigual trayectoria artística en el campo del cine adolescente, en cintas como Youngblood o Las alucinantes aventuras de Bill & Ted, Keanu Reeves decidió alternar la vertiente más comercial, con títulos como Bram Stoker''s Dracula, Speed, Reacción en cadena o Un paseo en la nubes, con la parte más comprometida del séptimo arte; Mi Idaho privado, Even cowgirls get the blues, Feeling Minnesota. Su intervención en The Watcher. Juego asesino supuso un salto cualitativo en la trayectoria de un actor difícilmente clasificable. Acostumbrado a ejercer de héroe o galán, el protagonista de Matrix, de la que pronto se estrenará la segunda parte, se metió en la piel de un asesino múltiple que disfruta torturando a su perseguidor. Un arriesgado ejercicio de estilo ya que conocemos su identidad desde el principio. Lo que importa es el desarrollo, más que el desenlace.