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Publicado por
León

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josé enrique martínez

José Manuel Gutiérrez nació en la capital en 1961 y es autor de seis poemarios anteriores: Los goliardos (1990), Razones para una isla (1993), Las presencias (1995), El color del aire (1999), Por un instante de belleza (2000) y El libro de los asombros (2010). Tales poemarios recogían experiencias vitales trascendidas hacia valores superiores. Por su parte, los poemas de Paisajes de la alegría se distribuyen en tres secciones. En la primera, los poemas brotan de las sensaciones, recuerdos y vivencias suscitadas por el arte y la lectura de obras literarias o de otro tipo. Trata el poeta de hacer partícipes a los lectores del rayo de luz que un día alumbró su memoria, su corazón y su anhelo de belleza. No pretende describir una pintura, una película o una novela, sino de expresar y revivir la emoción sentida ante la contemplación de un lienzo o la audición de una música caminando más allá de la literalidad de la pieza; el poema resulta ser la expresión de un sentimiento de plenitud, de belleza y de emoción. Los poemas tienen, a la vez, mucho de reflexión y de homenaje intrínseco. En «Bach, de fondo», por ejemplo, aparecen mancomunadas música, cine, pintura y memoria, todo un mundo expresado con melodía de fondo, «y, siempre, la vida pidiendo todo: los deseos y el dolor / y la enfermedad / y los adioses de los nuestros / o tanta belleza latente, / oculta, cierta».

El arte no deja de iluminar en la segunda sección las vivencias que la memoria trae hacia el presente, sobre todo los momentos de amor y de dicha, con una suerte de agradecimiento por «los cientos de veces que rocé / la boca de la felicidad», buscando en un álbum, pongamos por caso, «instantes de plenitud, / rumores, aromas, tonos de voces cercanas». Revivir es la palabra, revivir y reavivar las brasas de la memoria. Un grado de intimidad impregna los poemas, de modo que podemos imaginar al poeta en soledad leyendo o trazando unos versos, escuchando una melodía, dejándose ganar por la emoción de un recuerdo, y a la vez, con la conciencia de lo finito, del atardecer de la vida, «con nieve cayendo en mi corazón». «Paisajes de la alegría» se titula la tercera sección. No es fácil encontrar en la poesía la celebración de la felicidad, como ocurre en ese poema en el que el poeta ve que las gentes pasan «sin adivinar mi alegría, / sin sospechar que este momento / de descanso y lectura / es uno de los más maravillosos / que pueden recordarse en una vida».

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