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El Goya del marido de Esperanza

El aristócrata Ramírez de Haro rompe el silencio sobre su vida y su familia

Íñigo Domíngue de Haro con su libro

Publicado por
León

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marina estévez torreblanca

El aristócrata Íñigo Ramírez de Haro desvela en su novela «La mala sangre» que sufrió abusos sexuales de niño por parte de un religioso y explica también cómo acabó denunciando a su hermano, marido de Esperanza Aguirre, por quedarse con el dinero de la venta de un «goya» familiar. «Todos los abusos están basados en estas prácticas mafiosas o de secta», remarca en una entrevista con Efe el día en que se publica la obra, con Ediciones B. Por eso «el objetivo de este libro es hablar», tanto de ese tremendo episodio de su niñez en el colegio de jesuítas en el que estudió en el madrileño barrio de Chamartín, que ya abordaba en la obra de teatro «Me cago en Dios» (2004).

Se trata de una narración biográfica aunque novelada, «una ficción con hechos y personajes reales» porque como dice Nabokov «solo la ficción dice lo verdadero», afirma el autor, que se ha sometido a una suerte de psicoanálisis para desnudar su trayectoria y desvelar «la historia de una decadencia», la de los Condes de Bornos. «Para muchos este libro es una traición», reconoce Ramírez de Haro, que asume que «esto es un adiós» a «la mala sangre» y a la familia, con la que hace año y medio que no tiene relación

El momento de la ruptura familiar lo sitúa cuando su hermano mayor y marido de Aguirre, Fernando, hereda el condado de Bornos, un título con 500 años de historia, al morir su madre en 2019, y decide incumplir el pacto de repartir los beneficios por la venta de un «goya» familiar, el retrato de su antepasado don Valentín Belvís de Moncada, portada de la novela. Los hermanos permitieron al primogénito vendérselo al empresario Juan Miguel Villar Mir por más de 5 millones para salvarse de la ruina y de la cárcel tras una serie de negocios fallidos, como les suplicó llorando la propia Aguirre en 2012, relata.

La imagen que ofrece Ramírez de Haro de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid es la de una persona «lista», «acomplejada» con la aristocracia, deseosa de ascender en la escala social y «sumisa» ante su marido pese a su imagen pública y política de «dama de hierro». «Es una Esperanza que yo he conocido y que el público en general no», remarca sobre la política, proveniente de la burguesía, que tuvo «una adaptación por su complejo social» y por el rechazo inicial que suscitó en la familia, que le llevó incluso a imitar el acento nasal de su suegra, cuenta en el libro.

Cuando Fernando incumple su palabra, y frente a la decisión del resto de los hermanos de seguir la política del avestruz, como es costumbre en su familia, dice Íñigo, él llevó el caso a los tribunales. De momento ha sido archivado, decisión que ya ha sido recurrida, por una jueza a la que trató de recusar por falta de imparcialidad. «Para entender cómo se ha podido llegar al juicio contra mi hermano, tengo que contar los valores, creencias, conductas y posicionamientos que se vienen perfilando en mi familia a través de las generaciones que se suceden desde el siglo XV hasta hoy. Tengo que contar sus conversaciones, sus secretos, sus amores, sus alegrías, sus hipocresías, sus injusticias... Lo tengo que contar yo, porque si no, nadie lo hará y la mala sangre habrá conseguido su principal objetivo: el silencio», afirma el autor.

El libro se estructura en capítulos que de manera secuencial relatan varias historias, de los inicios de la saga familiar hace 500 años hasta llegar al psicodrama de «la última cena» que se celebró en 2019 en el Palacio de Jesús del Valle, la calle en el madrileño barrio de Malasaña donde viven los condes y su familia, ahora con Fernando como jefe de la casa y Aguirre como consorte.

Las conexiones con el franquismo, y últimamente las simpatías por Vox, el clasismo y hasta el nazismo que empezó a manifestar su padre cuando él se enamoró y se casó con una mujer judía son también elementos de una narración en la que el palacio familiar es un personaje más: «Jesús del Valle es la muerte», asegura. Ramírez de Haro ha trabajado como diplomático en varias embajadas y es autor de obras teatrales como la en su día polémica «Me cago en Dios», «Hoy no puedo ir a trabajar porque estoy enamorado».