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Publicado por
León

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josé enrique martínez

Francisco Acuyo es un poeta granadino de largo recorrido, con casi una veintena de poemarios publicados. Un buena puerta de entrada a su obra puede ser la antología «Y entre tus labios duerma» (2017). La poesía de Acuyo renueva con sensibilidad e inteligencia la vieja tradición antequerano-granadina y el molde barroco y gongorino. Pero aquí nos deslizamos hacia los Haikus de la Alhambra (2013) porque concuerda con el espíritu y la forma del nuevo poemario, «El haiku sobre el agua», y no solo porque ambos libros traten de adoptar o adaptar el conocido género japonés, sino por el primor con que edita sus libros en uno y en otro caso, aunando fotografía (de Francisco Fernández y de Luc Vidal respectivamente) y poesía, reforzando así el espíritu unitario de la milenaria tradición china y japonesa que tiene su expresión mínima en el haiku. Es este un género poético nipón que conoce en la actualidad un auge que acaso se explique por parecidas razones a las del florecimiento del microrrelato. «El haiku sobre el agua» aparece en edición bilingüe, con traducción al francés de Joëlle Guatelli-Tedeschi.

En diferentes ocasiones me he referido a la tradición del haiku y al relieve que en sus diecisiete sílabas cobra la intuición, la emoción del momento, la sorpresa, la sugerencia; pero entre tantos cultivadores hodiernos, ninguno goza, a mi parecer, de la finura, la sensibilidad y aguda percepción del instante como Acuyo, probablemente porque, frente a poetas que componen haikus con total desconocimiento del espíritu nipón que los generó, Acuyo da cuenta en un prólogo iluminador de su familiaridad con la tradición japonesa del haiku, consciente además de que no debe prescindir de la tradición propia, del cancionero en su caso, ni de los recursos retóricos que han alimentado su poesía.

De gran trazado intelectual son tanto el prólogo de Acuyo, en el que ahonda en el significado del título de su poemario y en el simbolismo del agua, como el de Guatelli-Tedeschi, en torno a la problemática de la traducción de los haikus, cuando, en la práctica, «todo, en el haiku, trasplantado en nuestras literaturas occidentales es de hecho traducción». Son 85 los haikus de Acuyo, con asonancia en los versos impares: «El mar: la vela / un horizonte quieto / de luz navega». El lector sabrá captar la sutileza lirica de haikus como estos: «Sobre la mar / sueña el tiempo del río / la eternidad»; «Traslada el agua / invisible lo eterno / luz instantánea».