Cerrar

La guerra santa que volvió en el siglo XXI

l Jonathan Phillips presenta ‘La cuarta cruzada’ donde explica el interés que el 11-S despertó por esta guerra

DF13P6F3-10-28-39-4.jpg

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

josé oliva

El historiador británico Jonathan Phillips, autor del libro La cuarta cruzada, piensa que «el 11S y los atentados islamistas que vinieron después forjaron el interés por las cruzadas», una atención renovada que ha tenido su visibilidad en libros, novelas y en el cine. En una entrevista Jonathan Phillips, autor de varios libros sobre las cruzadas, señala: «los acontecimientos del 11S propiciaron un interés por conocer el origen de los enfrentamientos religiosos, sobre todo cuando George W. Bush y la organización terrorista Al Qaeda utilizaban frecuentemente el término ‘guerra santa’. Fue entonces cuando la gente se empezó a preguntar la raíz histórica de las cruzadas». A estas circunstancias, se sumó que poco antes de 2001 el ámbito académico y universitario estaba traduciendo del árabe fuentes relacionadas con las cruzadas, lo que «completó el relato hasta entonces hegemónico de la visión occidental de las cruzadas».

Phillips se centra en este libro, publicado por Ático de los Libros, en la cuarta cruzada, que comenzó en 1202, cuando los ejércitos de la cristiandad occidental se habían puesto en marcha, henchidos de fervor religioso, para liberar Jerusalén de las garras del islam.

Sin embargo, las intrigas de los venecianos apartaron a los cruzados de ese objetivo y, en un dramático giro de los acontecimientos, dirigieron sus armas contra Constantinopla, el corazón del Imperio bizantino y la mayor metrópolis cristiana del mundo medieval. Phillips atribuye ese cambio del objetivo inicial al contrato que los cruzados firmaron con la república veneciana porque «no tenían suficiente dinero ni hombres; y a que además un príncipe griego reclamaba el trono bizantino y a la intención de subyugar la iglesia ortodoxa al poder de Roma». «La ironía es que los cruzados fueron a Constantinopla invitados por un príncipe griego, y allí se encontraron en 1204 la mayor ciudad de la cristiandad, con grandes monumentos e iglesias como Santa Sofía, llena de reliquias, con unas murallas impresionantes, una urbe llena de esplendor y magnificencia».

La ciudad era segura, pero la institución bizantina, según el autor, era «un poco caótica, había tumultos por todo el imperio, lo que debilitó a Constantinopla». En el cerco a Constantinopla, los cruzados, que no debían superar los 20.000 hombres, pudieron tomar una ciudad en la que seguramente vivían unos 350.000 personas, «una fuerza militar pequeña pero con muchas habilidades, formada en primera instancia por brillantes marineros venecianos, que fueron capaces de dejar a los cruzados cerca de las murallas».

Aquellos cruzados, continúa Phillips, eran «militares que habían adquirido habilidad en los torneos, y que estaban desesperados y decididos a tomar la ciudad. La huida del emperador en verano de 1203 fue determinante, pues si hubiera permanecido, probablemente habría sido capaz de frenar a los cruzados que con el tiempo se habrían quedado sin comida y recursos y se habrían visto obligados a huir». El incumplimiento de las promesas desató una ira que desembocó, según Phillips, en «un asalto que conmocionó a Europa, saquearon con un salvajismo brutal, asesinaron y violaron a mujeres, profanaron iglesias, saquearon el tesoro e incendiaron sus barrios».

Para este libro, Phillips ha manejado fuentes como «testigos de primera mano, que formaron parte del contingente, tanto líderes como soldados, documentos venecianos y bizantinos, descripciones contemporáneas, textos sobre cuestiones financieras, religiosas, entre ellas del papa Inocencio III, y canciones de trovadores».

La cuarta cruzada y el saqueo de Constantinopla tuvo muchas consecuencias, la primera la reacción del papa, que «pasó de la alegría por la captura de la ciudad a la condena a los cruzados cuando supo de la violencia contra las mujeres y el saqueo de las iglesias y destrucción de las reliquias». Con estos antecedentes, continúa, la quinta cruzada, convocada en 1213, tampoco tuvo éxito en la conquista de Jerusalén, en medio de «los conflictos internos que se vivían en la península ibérica tratando de expulsar a los árabes.

Cargando contenidos...