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«El tema del amor se ha inculcado a las mujeres desde siempre»

l La escritora Lucía Lijtmaer presenta ‘Cauterio’ con Anagrama

alejandro garcía

Publicado por
León

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josé oliva

LLa escritora argentina Lucía Lijtmaer, que transita en «Cauterio» entre una mujer inglesa del siglo XVII que deja Inglaterra para ir las colonias, y otra contemporánea, que viaja de Barcelona a Madrid tras ser abandonada por su pareja, piensa que «el tema del amor es algo que a las mujeres se nos ha inculcado desde siempre». En «Cauterio» (Anagrama), la autora trata la huida del dolor como forma de supervivencia y la rebelión ante los roles de géneros a través de esas dos voces femeninas de diferentes momentos de la historia.

En una entrevista con Efe, Lijtmaer subraya que «el tema universal del amor» es algo que a las mujeres «se nos ha inculcado, desde las películas de Disney a la literatura, pero también en nuestra socialización como mujeres el amor aparece como lo más importante y muchas veces cuando te quedas sola sentimentalmente, se acaba imponiendo una sensación de fracaso, como le pasa a la protagonista contemporánea».

Dos imágenes visuales están en el origen de «Cauterio»: «una mujer que estaba enterrada en una playa y la idea de esos animales encerrados que se golpean contra el cristal». De ese modo, comenzó a trabajar esa «idea de aislamiento» en relación con el puritanismo del siglo XVII, y de ahí surgió la historia de la conocida teóloga Anne Hutchinson, mujer que se fue a las colonias y que luego fue expulsada en su propia comunidad en Massachussets por sus ideas innovadoras sobre la religión, por lo que sufrió «una doble expulsión».

La novela sigue a ese personaje histórico, que acabó asesinada por los nativos norteamericanos cerca de Long Island, y a otra mujer de la misma época que conoció también a Hutchinson y formó su propia comunidad, Deborah Moody, primera terrateniente conocida en el Nuevo Mundo, que se estableció en la colonia de la bahía de Massachusetts, donde se estableció por primera vez después de dejar Inglaterra debido a la persecución como anabautista. Sus contemporáneos la consideraron «una mujer peligrosa» y eligió la excomunión antes que renunciar a sus creencias. A pesar de la dureza de sus historias, sobrevuela en la novela una idea de supervivencia a través del personaje de Deborah Moody, que «vivió hasta entrada la vejez y que construyó el primer trazado de Gravesend, en lo que ahora es Brooklyn».

Como contrapunto, Lijtmaer situó a otra mujer contemporánea, que tenía que ver con «la Barcelona del triunfalismo de los años 2000, tan ricos, con ese Fórum Universal de las Culturas, esa idea faraónica de la ciudad y sus monumentos»; una mujer que es abandonada por amor y que acaba viviendo ese momento posterior de la crisis económica, especialmente a partir de 2011-2012. Esa mujer deja Barcelona y se instala en Madrid, un movimiento similar al que hizo la propia Lijtmaer, que vivió su juventud en la ciudad condal y que actualmente vive en la capital española. «Curiosamente ese personaje sin nombre está encerrado también en un edificio de cristal», anota la escritora y periodista.Con esta segunda protagonista, Lijtmaer quería «un personaje apocalíptico, que siente que algo va a terminar», que imagina una Barcelona anegada por el cambio climático, un determinismo que nada tiene que ver con la situación pandémica, pues comenzó a escribirlo en 2019.

Las mujeres de «Cauterio» tienen una sensación de haber sido traicionadas, ya sea por amor, por el matrimonio o por la convicción religiosa, y «la resiliencia les llega a las dos a través de la venganza, que es un tema imprescindible en la ficción».

Por su propia experiencia, aunque por motivos diferentes, Lijtmaer filtra en el texto su propia experiencia en la mudanza a Madrid y «el choque cultural que significa, por ejemplo, que la temperatura en agosto no baja en Madrid de los 40 grados». Lijtmaer muestra su amor a las dos ciudades, si bien reconoce que Barcelona es su «mapa sentimental» y aunque no sea nostálgica, no puede evitar que «ciertos lugares están asociados a un pasado propio».

Comparada con la prosa de Bret Easton Ellis y Mercè Rodoreda, Lucía Lijtmaer los siente como sus «escritores favoritos», y la influencia es notoria porque «lo que lees en la adolescencia te marca». De hecho, reconoce la autora, la protagonista contemporánea de «Cauterio» es «muy deudora de la Sofía Valldaura de ‘Mirall trencat’ de Mercè Rodoreda, un personaje duro que nunca sabe si su marido la quiere por su dinero o si está enamorado de ella». Lijtmaer ha comenzado ya el período de investigación previo a la escritura de su próximo libro, que «tratará sobre la amistad.

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