querer y dejarse querer siempre merece el perdón
fernando otero
Dos jóvenes dan muestras de cariño acurrucados sobre la vieja madera de la Puerta del Perdón de la Colegiata de San Isidoro. Esta consagrada a los peregrinos, que en los años de jubileo libra de sus pecados a quienes la cruzan camino a Santiago. El Descendimiento, el Sepulcro y la Ascensión vigilan la escena bajo la mirada de San Pedro y San Pablo. Parecen bendecir el juvenil achuchón.
Cargando contenidos...