Una recuperación necesaria

alfonso garcía

Luis Martín-Santos es, a pesar de la brevedad de su vida y de su obra, una de las referencias esenciales de la narrativa española de la segunda mitad del pasado siglo. Su magistral y muy leída novela Tiempo de silencio logró una gran resonancia por la ruptura con la monotonía narrativa del momento, no tanto la segunda, Tiempo de destrucción, cuya edición de 1975 se reconstruyó con los materiales inconexos que dejó el autor, cuyo perfil se fue diluyendo en el tiempo. Su figura, sin embargo, «fue reactualizada en 2020 a raíz de la edición de El amanecer podrido. Bajo este título se publicaba un viejo mazo de papeles dispersos, escritos hacia 1950, que reunía relatos breves suyos y de Juan Benet, cuando ambos eran muy jóvenes, aunque destacaba la participación del primero de ellos», tal como explica Mauricio Jalón en el interesantísimo y necesario Epílogo.

Con este contexto histórico como fondo esta edición adquiere el verdadero valor que le corresponde en ese momento de nuestra historia literaria. Aunque es cierto que Tiempo de destrucción siguió, en alguna medida, la línea de la anterior, inconclusa por su muerte en un accidente, también es verdad que se trata de una obra más compleja pero siempre expresión de su talento y sensibilidad. «La narración, dotada de una gran carga introspectiva y de una sorprendente riqueza de ramificaciones y de travesías temáticas, va desgranando la confluencia entre mundo exterior y mundo íntimo, entre la ciudad envenenada por su río y la máscara inmoral de algunos habitantes.

En los vericuetos mentales y en los de sus calles se plasma, mediante lirismos, meditaciones y diálogos, la demolición del protagonista.

En este punto, la novela, aunque fracturada, y quizá por ello, alcanza su mayor complejidad y belleza». Esta edición, recuperada ahora y reordenada con otra articulación, aporta también el prólogo que Martín-Santos había escrito y no fue incluido en la edición de 1975. Razones todas para una lectura necesaria.