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HÉROES DE MUSEO

A Sasha se le rompieron los dientes por el estrés. Su marido sigue en la guerra, en la ‘operación especial’ con la que Putin ha devuelto a Europa al siglo XX, y ella y su hija llegaban a León a los pocos días de la invasión. Tres meses después, está a punto de presentar una exposición de la Guardia Nacional Ucraniana en el Centro Leonés de Arte que demostrará la conexión entre la cultura y la solidaridad...

Imagen de los leoneses y los refugiados ucranianos en el Instituto Leonés de Cultura junto al escultor Amancio González y una de sus esculturas

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León

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Las personas no aparecen en las imágenes y es por esta razón que su presencia es tan apabullante. Durante meses, los militares de la Guardia Nacional Ucraniana han retratado los escenarios de la guerra, de esa operación especial que Vladimir Putin puso en marcha con la invasión de Crimea y que ahora vive su clímax ante el miedo de un mundo que lo mira de reojo. El Centro Leonés de Arte prepara una exposición en la que los leoneses podrán ver la humanidad que muestran unas imágenes cuyos protagonistas son todos aquellos objetos y escenarios vaciados de cuerpos, cuerpos vaciados de vida, cosas a las que la destrucción ha imprimido de una apabullante sensación de piedad.

Luis García, director del CLA, destaca que trabajan sobre 28 imágenes que se mostrarán en una exposición de manera inmediata. «Sobre el 10 o el once de junio y hasta el final del verano», asegura

Margarita Carnero, propietaria de la galería Ármaga, y una de las almas del proyecto, no descarta que la muestra itinere por otros espacios artísticos de España, tanto por la calidad de las obras como por la dimensión del tema que entraña. «Tendrá una argumentación dentro del propio montaje, con textos que escribirán los integrantes de las propias fuerzas armadas de Ucrania», subraya la curadora, que añade que esta exhibición demuestra la importancia de la interacción entre la solidaridad y el mundo del arte. Porque ha sido gracias a una de las refugiadas ucranianas en León que esta exposición es posible y es el puente levantado por un grupo de leoneses el que ha permitido que Sasha se convierta en el vínculo para que este encuentro sea posible. En un principio, la muestra iba a basarse en obras de artistas pero el experimento cultural viró y llegaron a la conclusión de que fueran las imágenes de la Guardia Nacional las que hablaran.

Los hay que viven como espectadores y quienes saben que hay muchas maneras de combatir, que la epopeya también se protagoniza en la aparente rutina de la solidaridad. Es el caso de los 18 leoneses que se embarcaron en un proyecto que, hasta ahora, ha salvado de la guerra a tres familias ucranianas.

Amancio, Carlos, Isabel, Blanca, Begoña, María, Asunción, Armando, Juan, Ana, María, Araceli, Feli, Mar, Paula, Vicente, Begoña y Armando son los héroes que dieron el paso de trastocar sus vidas para salvar las de cuatro niños, sus madres y los padres de dos de ellas a los que las bombas obligaron a abandonar de manera abrupta todo lo que hasta ese momento había su vida.

Una de las familias partió de Bucha, famosa por albergar innumerables cuerpos en fosas comunes. Las otras dos dejaron atrás la capital, Kiev, y sólo piensan en volver. Kyrychenko Yuri, Kyriushna Oleksandra, Pavelieva Anna, Oleksandr y Anastassia, Sukhenko Anna, Sukhenko Petro, Fedchenko Olesia y Fedcheko Matvii son las mujeres y los niños que han logrado regresar a la vida gracias a la generosidad de estos héroes l eoneses. Fue Amancio González, artista y filántropo, el que puso en marcha toda esta cadena solidaria cuando un escultor amigo, Sahsa, le llamó para pedirle que le ayudara a salvar a su mujer y su hija. Con ellas, llegó también el padre, que ahora sólo piensa en regresar a un lugar convertido en un campo de batalla. Alrededor del escultor leonés germinó la posibilidad de que una galería de arte —Ármaga— se convirtiera en el refugio de más familias y, poco a poco, la solidaridad sumó más benefactores en esta carrera contra la indiferencia.

Sin ayudas públicas, sin la facilidad de moverse entre subvenciones, sin el conocimiento y los recursos de las oenegés, este grupo de leoneses ha demostrado que para construir sólo es necesario comenzar a poner los cimientos y tener la voluntad de seguir adelante. Todos los integrantes de este grupo colaboran para que los refugiados a los que ayudan sientan de forma más liviana la piedra en el corazón con la que viajan desde que comenzó la guerra. Con sus maridos, hermanos e hijos en el frente, todos ellos llenan con dignidad las horas que les separan del regreso a Ucrania y aseguran que we have everything, que tienen de todo, que no necesitan nada más que regresar a sus casas, aunque después muestren en las imágenes de sus móviles que muchas de ellas ya no son más que el espacio en el que un día se desenvolvían sus vidas. «Ellos no están aquí de vacaciones. Tienen mucho estrés, muchas tensiones. Tienen familiares en silla de ruedas, sin luz, sin comida, sin agua»... dice Amancio, que cada día les anima a que no regresen. «Anna ha encontrado trabajo como diseñadora gráfica», comenta con orgullo mientras le ponen una cuelga por su cumpleaños. Y es que, en medio de la incertidumbre, tienen de todo, hasta capacidad de celebrar la vida.