Refugiados en León | Denis y Luba, matrimonio de testigos de jehová de Rusia
«En Rusia estamos perseguidos por creer en Dios»
Denis y Luba huyeron de la persecución a los Testigos de Jehová en Rusia. Salieron en coche desde Moscú a Bielorrusia. En Moldavia se subieron al primer avión con un destino que no requería visado: Marruecos. Al llegar a Madrid, donde hacía escala el vuelo, solicitaron asilo. Desde hace dos años viven en León. Tienen su tarjeta roja de solicitantes de asilo y a la espera de la resolución definitiva intentan rehacer su vida.
La persecución de los Testigos de Jehová en Rusia se repite. En 1951, en época de Stalin, se ideó la Operación Norte, un plan para deportar a todos los Testigos de Jehová —hombres, mujeres, mayores y niños— a Siberia. Solo podían librarse si firmaban un documento para renegar de su pertenencia a la organización. Fueron muy pocos los que firmaron.
En 1991, con la caída del muro de Berlín y la Perestroika rusa de colofón, se inscribe oficialmente a los Testigos de Jehová en Rusia. Pero en 2009 empiezan los primeros signos de una nueva persecución que se materializa el 20 de abril de 2017 con la prohibición de las actividades de los Testigos de Jehová dictada por el Tribunal Supremo. Desde entonces se han sucedido las redadas con asaltos de fuerzas antidisturbios a los salones del reino e incautaciones de estos bienes por parte de las autoridades. Unas cuarenta personas están encarceladas, alguna de ellas condenadas hasta a 96 meses de prisión acusados de pertenecer a una organización que consideran «extremista».
Denis y Luba, un matrimonio que profesa esa fe, huyeron de Moscú hace dos años y medio. Salieron en coche con la ayuda de amigos y hermanos de su congregación. «Una buena mañana la policía irrumpió en el apartamento. Nos sorprendieron y nos dijeron que abandonáramos nuestras creencias. Me llevaron a la Dirección General y después a prisión preventiva», comenta Denis, ‘anciano’ (predicador) de la iglesia. «No podemos adorar libremente a Dios ni hablar con la gente».
«Salimos en coche ayudados por unos amigos hasta Bielorrusia y luego a Moldavia. Nos subimos al primer avión que no necesitaba visado: Marruecos. En la escala de Madrid pedimos asilo»
Cuando salió en libertad, en junio de 2019, «vimos en peligro nuestra vida» y en agosto decidieron salir del país, dejando allí su trabajo, su hogar y su familia. La otra opción era volver a la cárcel. «Estaba preocupado por mi esposa. No podía dormir. Solo dos horas», explica Denis. Cuentan al menos siete muertes en investigación de testigos de Jehová en Rusia y «las palizas y maltratos físicos» a los detenidos son moneda corriente.
Dos años y medio después su esposa aún tiene pesadillas y ambos han necesitado tratamiento psicológico para afrontar su nueva vida en España. Salieron en coche ayudados por unos amigos. Cuando llegaron a Bielorrusia otros hermanos les acompañaron hasta Moldavia.
En el aeropuerto tomaron el primer avión con destino a un país que no les exigía visado. Marruecos. Pero al llegar a Madrid, donde el vuelo hacía escala, acudieron al puesto de la policía para pedir asilo en España. «Estuvimos cinco días con otros refugiados. Nos hicieron una entrevista para verificar que éramos testigos de Jehová». el motivo por el que pidieron la protección internacional.
Existe en el aeropuerto un recinto para estos casos. «Hay dormitorios para hombres, para mujeres y para familias». Cuando Cruz Roja les comunicó que les habían admitido para iniciar el proceso de asilo y refugio respiraron con alivio después de muchos días: «¡Hurra!», comentan de forma expresiva con las dificultades que aún tienen en el dominio de la lengua.
«Desde 2017 se está produciendo una persecución hacia los Testigos de Jehová en Rusia, acusados de ser una organización extremista. Han confiscado todos los salones del reino y no se puede orar»
Tres días después consiguieron la preciada tarjeta roja, el salvoconducto que les acredita como solicitantes de protección internacional. Vivieron medio año en Barcelona con ayuda de Cruz Roja y luego fueron derivados a Accem León. Llegaron en junio de 2020. «Nos adaptamos bien. Me gusta la ciudad y el tiempo es igual que en Rusia», explican.
Están cursando la ESO en el Cepa Faustina Álvarez —poco después de la entrevista tienen un examen de Historia Moderna— y hacen un curso de comercio. Buscan trabajo. Tratan de reconstruir sus vidas a 4.000 kilómetros de su hogar sin perder la esperanza de volver: «Queremos regresar pero no podemos», afirman. «Dejamos allí nuestras vidas y la familia y amigos y aquí comenzamos a vivir una vida nueva». Denis era cocinero y fumigador de plagas y Luba trabajó durante diez años como gestora administrativa. En León ha tenido una experiencia laboral como trabajadora de la limpieza, pero solo la contrataron 5 horas a la semana. «Empezaron pagándome 140 euros al mes y luego solo 100 euros y lo dejé», alega. «Me gustaría encontrar un trabajo a media jornada y luego ayudar a predicar la Biblia», dice Luba. «Trabajarñe en cualquier cosa menos en la construcción», comenta Denis. «Es una bendición que nos hayan asignado León», admiten. «Aquí tenemos libertad para orar y para cantar. En Rusia no podíamos. Solo orar en casa y sin cantar en voz alta», recalca el matrimonio.
Solo tienen palabras de agradecimiento para la recepción y la ayuda que han recibido en Accem. «Nos dieron ayuda psicológica, nos explicaron cómo funcionan las leyes en España», explican. «Gracias al Gobierno de España que tiene este programa y gracias a nuestros hermanos testigos de Jehová por el apoyo que nos dan cada día». En este punto Luba se emociona y casi rompe a llorar. Es estos momentos cuando se percibe, sin palabras, el desgarro que supone huir de casa a un país desconocido por temor a la persecución e incluso por miedo a perder la vida. Aunque echan de menos muchas cosas, «ahora ya estamos más tranquilos», añaden.
Incluso pueden preparar algunas de sus comidas favoritas, como la sopa de remolacha, porque hay tiendas donde comprar los ingredientes precisos. «Aquí empezamos nuestra vida ahora, con nuevos amigos y nueva familia».
Sobre la invasión de Ucrania por parte de Rusia y la guerra que se está librando son claros: «Los testigos de Jehová somos conocidos como amantes de la paz. No apoyamos la violencia en cualquiera de sus formas. Somos neutrales», apostillan.
No han sufrido ningún tipo de ataque ni se han sentido señalados por ser de nacionalidad rusa en estos cuatro meses de conflicto. «Aquí hay gente muy amable y tranquila. Nos tratan bien y conocemos a algunas familias testigos de Jehová» con las que se sienten especialmente arropados.
Prueba de la diferencia entre las personas y los estados es que este matrimonio ha hecho labores de traducción con familias ucranianas que han llegado refugiadas a la provincia.
Denis y Luba y todos los testigos de Jehová de Rusia han recibido esta semana una buena noticia. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo acaba de dictar esta semana un fallo histórico contra Rusia y a favor de los Testigos de Jehová. «El tribunal declaró ilegal la decisión de Rusia de prohibir a los testigos de Jehová y que ponga fin a todos los procesos penales pendientes contra ellos, que libere a los que están en prisión y que devuelva todas las propiedades confiscadas p pague una indemnización», según el fallo en una de las veinte demandas planteadas por Testigos de Jehová desde 2010 ante la corte europea. El tribunal estima que más de medio millar de personas han sido acusadas por profesar esta religión que está tachada en Rusia como organización extremista.