Qué hacer
La cultura rejuvenece a Cerezales
Habrá que esperar a 2023 para que la Fundación Cerezales Antonino y Cinia cumpla sus primeros 15 años. Pero en tan poco periodo de tiempo su permanente crecimiento la ha convertido en un auténtico paradigma del éxito cultural y de la recuperación de una localidad a la que ‘ha puesto en el mapa’.
Un paseo por este pueblo de la ribera del Porma facilita una imagen sorprendente. Cada fin de semana y especialmente durante los meses de verano sus calles están llenas de niños. Y raro es el momento del año en el que no se ven grúas de obra o materiales acumulados en sus calles para la reforma de los viejos edificios, que vuelven a la vida con un nivel de intensidad que difícilmente puede encontrarse en muchos lugares de la llamada España Vaciada.
El motor llegó de lejos. Del otro lado del Atlántico. De su paisano Antonino Fernández, que quiso recuperar sus escuelas. Allí empezó a dar sus primeros pasos la fundación allá por 2008. Y el crecimiento ha sido permanente pero también pausado y meditado. El salto definitivo llegó con el estreno del edificio, en el que tampoco hubo prisas.
Uno de los puntales que definen a esta institución es su afán por promover la transferencia del conocimiento a a sociedad. Así lo proclama y así lo pone en práctica de manera continuada
La vida cultural está demasiado marcada habitualmente por los tiempos de la política y de los plazos de las subvenciones. Pero aquí no hay ni una cosa ni la otra. Y así se avanza paso a paso, el último, con el estreno del cuerpo del edificio que alberga un auditorio en el que no falta de nada. Auténtica envidia para muchas ciudades que no cuentan con una infraestructura de este tipo en el que ha sido mimado hasta el último detalle para albergar todo tipo de espectáculos con todos los requisitos.
El edificio que hoy se ha convertido en emblema para la Fundación alberga una programación permanente durante todo el año con una visión multidisciplinar. Desde 2017 esta entidad incluye actividades como «exposiciones, conciertos, talleres, seminarios, proyectos en residencia, producciones propias, coproducciones con otras instituciones y agentes, festivales, viajes, rutas, proyectos en relación al estudio y respeto del entorno y todo tipo de formatos de actividad propios de la sociedad del conocimiento». Así se define la propia Fundación, como es conocida en toda la zona, y que ha facilitado el que el pueblo cuenta con lo que parece un auténtico lujo, en el mundo rural, un animado bar que ha sumado recientemente una terraza para facilitar las distancias en esta era de conflictos sanitarios.
Uno de los puntales que definen a esta institución es su afán por promover la transferencia del conocimiento a la sociedad. Así lo proclama y así lo pone en práctica de manera continuada con sus talleres que abarcan los más variados campos.
Desde micología a injertos y perros. El programa de acciones se desarrolla en todo tipo de frentes, mientras que la gran sala de exposición acoge muestras que invitan habitualmente al debate de ideas o a la transferencia de sensibilidades.
La calidad de sus conciertos o exposiciones facilita a la Fundación un escaparate que trasciende las fronteras provinciales. Hoy es un ejemplo que se sigue desde múltiples asociaciones y colectivos por su silenciosa labor, y su experiencia de éxito, en forma de motor cultural de primer orden que mima cada detalle sin buscar nunca unos reconocimientos que sin duda son más que merecidos.
En la España Vaciada se buscan oportunidades para recuperar la vitalidad de los pueblos. Y en el caso de Cerezales ha sido una Fundación de índole cultural —aunque claramente transversal en el conocimiento— la que facilita la vida a un pueblo del que salió muy joven ese hombre, que tras su etapa como Policía Local de León, se embarcó a hacer las Américas como seguidor de Pablo Díez en el sector cervecero que les aupó a la cabeza del mundo con su Coronita y su grupo Modelo, que hoy se ha transformado en un conglomerado empresarial que sigue beneficiando a la provincia leonesa.