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La crisis de la salud mental busca terapia

Mindfulness. Un enfermero leonés recopila toda la información bibliográfica y los estudios sobre esta práctica de atención plena en su trabajo fin de máster. La conclusión es que ayuda a reducir el estrés de los trabajadores sanitarios por la pandemia del coronavirus. Hospitales de España ya han puesto en marcha talleres para reducir el agotamiento laboral

El enfermero David Ramimóndez, en el quirófano de HM San Francisco. FERNANDO OTERO

León

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Agotados. La carga de actividad mental y física que exigió la pandemia a los trabajadores pasa factura no sólo a las personas afectadas sino a las empresas comprometidas que buscan el bienestar de sus trabajadores conscientes de que la salud mental de la plantilla se traduce en productividad y eficiencia. La pandemia del coronavirus ha afectado a todas las empresas y principalmente a los trabajadores sanitarios. Hospitales como el Virgen de Rocío de Sevilla, Vall d’Hebrón de Barcelona, el de Parapléjicos de Toledo o el Río Hortega de Valladolid ya prueban con terapias como el Minfulnes para ayudar a sus trabajadores sanitarios o, como en el caso del de Toledo, también para la población general, para intentar reducir el estrés mental al que se enfrentan los trabajadores tras más de dos años de pandemia. Para comprobar los beneficios de esta terapia, el enfermero quirúrgico de HM San Francisco, David Raimóndez Pallandt concluye en su trabajo fin de máster que tras los efectos perjudiciales de la pandemia sobre los profesionales de la salud y los beneficios de la práctica de mindfulness ayudan a adquirir capacidades de adaptación frente a situaciones estresantes. «Lo ideal sería que hubiese más plantilla, que los trabajadores no estuvieran sobrecargados, que huiera más auxiliares, más personal de enfermería, de medicina, pero no es posible y lo que el mindfulness consigue es reducir el estrés por sobrecarga».

El máster realizado en la Universidad Isabel I con sede en Burgos lleva por títula Coaching, gestión emocional y minffulness , impartido en colaboración con la European School of Health Education. Ante los escasos estudios sobre los beneficios de esta técnica de relajación en el personal sanitario, Raimóndez ha realizado una revisión bibliográfica sobre la práctica de esta técnica de atención plena, «una práctica meditativa que puede beneficiar a los sanitarios, pacientes, cuidadores informales y el público en general en tiempos de crisis como la actual pandemia mundial causada por e virus del Sars-Cov2». Raimóndez destaca que son varios los estudios que demuestran la eficacia del mindfulness en la disminución de síntomas físicos de dolor en artritis, síntomas relacionados con la dependencia alcohólica y el síndrome de abstinencia, dolores del parto y trastornos alimenticios, mostrando así su eficacia ante dolores crónicos, malestargeneral y dificultad del control de impulsos y emociones», lo que le lleva a concluir que «teniendo en cuenta la limitada bibliografía existente debido a lo novedoso del tema tratado, se puede concluir que la práctica continuada de mindfulness tiene numerosos beneficios para los profesionales sanitarios, no sólo sobre los efectos perjudiciales que la pandemia del covid ha traído consigo, si no también, para el desempeño de su labor en el día a día».

La pandemia ha supuesto un punto de inflexión en el mundo laboral. El Hospital de León abrió una consulta específica en Psiquiatría para atender los problemas de salud mental no sólo de la población general sino también para los trabajadores sanitarios. «Está científicamente demostrado, el mindfulness reduce el estrés. De hecho hay muchas empresas que lo emplean».

Para el desarrollo del trabajo, este enfermero ha indagado a través de diversa bibliografía en los beneficios a nivel bio-psico-social de la práctica de atención plena o mindfulness, en la percepción por parte de los profesionales de salud de la actual situación de pandemia y en los efectos que dicha situación tiene sobre la salud de estos profesionales.

«El mindfulness no es una cura como tal, es el aprendizaje mediante la meditación de la total apertura y aceptación de lo que está sucediendo, del momento presente, de cómo a través de nuestro propio escaneo interno somos capaces de comprender y aceptar como nos sentimos ante determinadas emociones. Esta práctica no busca eliminar o reducir el malestar, aunque esto si es un efecto secundario de su realización, no es el objetivo principal, este es la aceptación de dicho malestar en el momento presente. Aplicándolo al ámbito laboral; el mindfulness beneficia al capital humano de una empresa y al bienestar de sus trabajadores, por tanto, aumenta la productividad y el rendimiento de los profesionales».

En el trabajo se menciona a varios estudios que han dejado constancia del aumento en la prevalencia de estrés, ansiedad, dolor crónico, depresión, insomnio o burnout entre profesionales de la salud durante la pandemia actual. «A raíz de la crisis sanitaria y de quedar reflejada ante la sociedad, la vulnerabilidad del colectivo de profesionales sanitarios en una situación de tal magnitud ha quedado plasmada la necesidad de prevenir y tratar los problemas de salud mental de dichos profesionales. Proponiéndose diversas estrategias de actuación como: pausas regulares, descanso y sueño adecuados, llevar a cabo una dieta saludable, realizar actividad física, la necesidad de apoyarse en compañeros y familia, la limitación del uso de medios sociales y especialmente la necesidad de un asesoramiento profesional o de servicios psicológicos».

Raimóndez aclara que no existe demasiada bibliografía sobre el uso del mindfulness para la reducción de esta sintomatología en los profesionales sanitarios a raíz de la pandemia, «pero se puede extrapolar la bibliografía referencial de los efectos beneficiosos del mindfulness en otros ámbitos de estudio. Debe quedar claro que el mindfulness o atención plena no pretende la cura de la ansiedad o del estrés, esta práctica nos enseña a manejar nuestras emociones desde una perspectiva de aceptación total; los síntomas de ansiedad son aceptados mientras los observamos con curiosidad dejándolos ser y estar, sin la intención de hacerlos desaparecer».

Este enfermero de quirófano de 30 años evidencia en su trabajo que «el impacto en la salud del personal sanitario ya se había documentado durante los brotes anteriores de SARS-CoV-1 en 2013, la gripe porcina en 2009, el MERS-CoV en el año 2012 o el ébola en el 2014, mostrando un aumento de afecciones de índole psicológica.

Hay estudios que indican que los profesionales sanitarios que han trabajado durante el covid-19, especialmente durante los periodos de mayor contagiosidad presentan tasas elevadas de clínica depresiva (50,45%), ansiosa (44,6%), insomnio (34%) y distrés (72%). En cambio, estos mismos estudios aplicados a la población general demuestran una reducción porcentual de las citadas afecciones psicológicas».