Sínodo rompedor
Desde León a Roma. La misa de las chicas llama a la puerta del Vaticano
Más de 3.500 leonesas y leoneses han participado en el Sínodo ‘Caminando juntos’ que lleva al Vaticano peticiones rompedoras desde la base de la iglesia católica. Que las mujeres puedan ser sacerdotas sería el reconocimiento de una realidad que es ley en muchas parroquias leonesas.
Oficialmente se llama celebrar la Palabra, pero para la gente del pueblo de Secarejo, del municipio leonés de Cimanes del Tejar, es la ‘misa de las chicas’. Maribel Fernández es una de las mujeres que ha recuperado la cita dominical de la eucaristía, perdida por falta de curas para dar misa. «Llevaban cuatro años que no celebraban más que los entierros», comenta.
Maribel y María Jesús atienden el oficio religioso en las parroquias de Secarejo y Azadón y, cuando no puede o no llega el sacerdote, la de Cimanes del Tejar. La celebración de la Palabra por parte de personas seglares y, en particular, mujeres se remonta a los años 90 en la Diócesis de León. Las monjas fueron las pioneras. Con el paso del tiempo empezaron a incorporarse laicas y actualmente superan la veintena en la misión.
Los pueblos languidecen de gente, pierden servicios y merma la interacción social. La cita dominical, o del sábado por la tarde, que les permite acercarse a la iglesia «crea comunidad y familia», apunta Maribel Fernández.
Maribel es maestra jubilada y se ha formado en la escuela Beato Antero Mateo, al igual que María Jesús. Son entre tres y cinco años de estudios que ofrecen a los laicos una preparación para poder desempeñar laborales pastorales. Cuando lo hizo, Maribel no se había planteado que un día estaría frente al altar celebrando la Palabra. Después de cuatro años, han logrado despertar a la comunidad con grupos de catequesis, comunión y confirmación. En el mes de junio, diez personas adultas recibieron el sacramento de la confirmación en sus parroquias.
Maribel Fernández
«Pido a las mujeres leonesas que hablen; además de hacer se tienen que oír nuestras voces»
Que las mujeres son un puntal de la iglesia lo saben los pueblos y ha quedado dicho y escrito en la síntesis diocesana del Sínodo que se celebró desde septiembre hasta mayo. Los grupos liderados por féminas son los que, «a pesar de los prejuicios que tiene la sociedad (y hasta sus propias familias) (...) dedican tiempo, esfuerzo, y, a veces, hasta dinero, a mantener y hacer que perduren las celebraciones y las tradiciones religiosas», apunta el documento síntesis elaborado en la Diócesis de León.
«El papel de la mujer es esencial, no debe quedarse en un lugar secundario. La mujer debe estar al mismo nivel que el hombre», defiende Maribel Fernández, a quien el obispo invitó a participar en la fase diocesana del Sínodo y fue la representante en el encuentro sinodal de Madrid del mes de junio.
«Pido a las mujeres leonesas que hablen; además de hacer, nuestras voces se tienen que oir», comentó en una entrevista tras el encuentro en Madrid. Las mujeres y los hombres laicos son la última esperanza de la iglesia católica ante la extinción de un oficio que, según un estudio del sociólogo Prisciliano Cordero del Castillo, dejará en la Diócesis de León apenas 60 sacerdotes en 2030.
Maribel Fernández Álvarez ha pasado del anonimato como colaboradora en las parroquias del Órbigo a convertirse en la representante de las más de 3.500 personas de la Diócesis de León que han participado en el Sínodo 2021-2023 Caminando juntos. «Se trata de caminar juntos en igualdad, el obispo como uno más, escuchando y dirigiendo», precisa.
El Sínodo arrancó el 23 de septiembre de 2021 en todas la diócesis y el pasado 11 de junio se expuso la síntesis en Madrid. En toda España han participado unas 215.000 personas. Más del 60% de las personas participantes en León fueron mujeres: «Las propuestas de este sínodo han venido de parte y por parte de la mujer», apostilla.
Los aspectos con más resonancia en la Diócesis de León empiezan por la «escasa implicación y rechazo de los jóvenes a la participación en la Iglesia». Falta escucha, espacios y tiempos, «no se identifican con lo que se les propone o simplemente no hay nada para ellos».
El segundo punto crítico es la «la falta de relevancia de la mujer» en la iglesia. A pesar de ser las mujeres quienes «sustenta casi en exclusiva la vida parroquial», «siguen estando relegadas en demasiadas ocasiones a tareas secundarias».
El tercer problema es la «falta de identificación de los miembros de la Iglesia, con la Iglesia como institución. Hay un claro desapego hacia la Institución por parte de los laicos, pero no a Dios o a la fe». El ejercicio de los ministerios laicales también preocupan a los leoneses y leonesas que han participado en esta fase sinodal.
A tareas secundarias
«A pesar de que las mujeres sustentan la vida parroquial están relegadas muchas veces»
Otra crítica se dirige a la vivencia «fría, pasiva y monótona de la liturgia», lo que deriva en una desconexión de estas celebraciones. Se reclama acogida y más cuidado a los fieles, tanto a los «de dentro como a los de fuera». Se ha observado rechazo a los inmigrantes y se ha valorado la aportación de estas personas llegadas de otros países. Los leoneses reivindican más entusiasmo, en sintonía con la «apasionante figura de Cristo». La reparación (y el perdón) por los abusos sexuales por parte de miembros de la iglesia también salió a relucir.
La síntesis que se presentó en Madrid contó con aportaciones de encuentros cofradías, comunidades de vida contemplativa, asociaciones e incluso un preso de la cárcel de Ocaña. En León también han trabajado con numerosos colectivos, incluida la pastoral de la prisión provincial.
Dar más participación a los laicos, celibato opcional, ordenación de casados y ordenación de la mujer son algunos de los retos a los que se enfrenta el Vaticano. Acoger a las personas divorciadas y a homosexuales son otros de los puntos que se han abordado.
«Son temas vitales», comenta Maribel Fernández Álvarez. La fase diocesana del Sínodo en España, que es la primera, concluyó en León el 14 de mayo, con una peregrinación a La Virgen del Camino. En septiembre de este año se inicia la fase continental. «Los obispos van a trabajar con todo lo que los laicos han dicho y han dejado escrito en las diferentes síntesis de las diócesis. Por último, en octubre de 2023 se realizará la clausura en el Vaticano bajo la presidencia del papa.
En 2023
El final de Sínodo mostrará si la iglesia asume los cambios que pide la base de fieles
Es en este horizonte en el que se verá hasta qué punto los planteamientos sinodales de base calan en la jerarquía eclesiástica y cambian la iglesia católica. El Vaticano tiene la última palabra. Tendrá que decidir si realidades que están ya presentes en la práctica cotidiana, son investidas de la categoría que merecen como es la participación de las mujeres en el ministerio. Actualmente, el sexo femenino tiene vedado incluso el diaconado, a pesar de la tradición de diáconas que se remonta a los primeros tiempos del cristianismo.
Entre las luces y experiencias positivas en León se destaca la apertura de los ministerios laicales. Se observa la integración, participación y escucha de la mujer en la Iglesia. Además, «cada vez más mujeres asumen cargos y responsabilidades en las diócesis y en las parroquias: catequesis, liturgia, labor socio-caritativa». De momento, comenta la representante leonesa, «el Sínodo ha sorprendido a todo el mundo» tanto por sus características como por los trabajos desarrollados a todos los niveles.
«El Sínodo no va a terminarse, pretende encontrar una forma de vida, una forma de actuar que vaya en consonancia con nuestros tiempos, guiado por el Espíritu Santo», apunta Maribel Fernández. Y la voz de la mujer «va a ser profética».