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Las mejores galas de las amas y esclavas de Cabrera

Riqueza en tierra de pobres. Marrubio exhibe desde el sábado la riqueza de la indumentaria tradicional de una comarca marcada por la pobreza. La exposición ‘Amas y esclavas de Cabrera’ rescata las mejores galas de unas mujeres que «han conservado la cultura y han trabajado más que los hombres», afirma Edilberto Rodríguez.

Edilberto Rodríguez y Dori Barrio, del grupo musical Aires del Cabrera, con algunas de las prendas que se podrán ver en el centro de interpretación de la Casa Cabreiresa de Marrubio. A la izquierda, la cruz protectora de la truena resalta sobre un pañuelo de merino. Colorido y austeridad en la indumentaria de la mujer cabreiresa de más de un siglo. DL

León

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«Ay, La Cabrera, tan bonita, pero tan pobre...». El grupo cultural Aires del Cabrera lleva ocho años rescatando la tradición oral y musical de la comarca y otros tantos escuchando esta frase cada vez que actúan fuera de la comarca. A nadie le extrañaba, por Cabrera ha sido realmente pobre.

«Cuando empezamos no teníamos ni un pañuelo que poner antiguo y fueron saliendo», explica Edilberto Rodríguez, el cabrero de Pombriego y uno de los fundadores del grupo. Poco a poco las cosas empezaron a cambiar. Y los paños a salir del arca.

Ahora toda la indumentaria que lleva el ya popular grupo cabreirés son regalos o préstamos de gentes que conocen y aprecian su afán por mantener viva la tradición y darle continuidad. Los trajes que las mujeres lucen en sus actuaciones y alguno más se exponen desde este sábado en el centro de interpretación de la Casa Cabreiresa de Marrubio.

Aires del Cabrera y de la asociación Peña L’Aila han sumado sus fuerzas, junto con el Ayuntamiento de Castrillo de Cabrera, para llenar de vida y color las estancias de este centro que estará habitado durante el verano por los maniquíes que lucen los trajes, joyas y relicarios.

Son un total de 16 trajes, casi todos de mujer, que representan a todos los valles de Cabrera y cuya antigüedad va desde finales del siglo XIX a mediados del siglo XX. Hay prendas de Silván, Castrillo, Pombriego, Marrubio y Cabrera Alta. Trajes de fiesta, como el de las serranas de Cunas y trajes de ‘diario’ como algunos de Cabrera Baja. Madamas de entroido, rodaos de estameña y rodaos de paño, mandiles de agramanes (abalorios), pañuelos merinos y de seda, mantones del ramo de Castrillo y de Villarino... y, lo más sorprendente, en la ‘pobre’ Cabrera, una variada orfebrería.

Orfebrería variada
Los relicarios, los pendientes y collares y piezas tan singulares como la Cruz de la Truena

Edilberto Rodríguez destaca las sartas de piedra romana para los collares y los relicarios, que han sido «todo un descubrimiento». «Hemos encontrado como ofrendas relicarios de la virgen del Carmen, San Antonio y San José, entre otros, muy sencillos pero muy bonitos», explica emocionado.. Han rescatado piezas tan singulares como la cruz de la truena, ligada a las tradiciones para espantar la nube.

«Nos hemos guiado mucho de los libros de Concha Casado», señala el joven pastor, que se ha convertido en todo un experto en indumentaria. Pero la etnógrafa, que tuvo un vínculo especial con Cabrera por su origen familiar y la tesis que hizo sobre el habla de La Cabrera Alta, no encontró las joyas que han ido apareciendo en estos últimos años para Aires del Cabrera.

La colección representa casi cien años de moda en Cabrera, comenta Dori Barrio, una de las donantes e integrante del grupo Aires del Cabrera, además de técnica cultural en el ayuntamiento. Lo sabe de buena tinta porque son prendas heredadas de sus antepasadas. La prenda más antigua es un pañuelo merino que perteneció a su bisabuela y data de 1878 y la más moderna el traje de boda de su madre de 1956. El traje de su abuela, de 1935, completa la genealogía textil que Dori Barrio atesora desde que en los años 70 empezó a recoger lo que mucha gente despreciaba o dejaba olvidado en los arcones al emprender el camino de la emigración.

Apenas han encontrado ropas varoniles. La razón es que «los hombres aprovechaban las prendas hasta que se deshacían», mientras las mujeres las conservaban, especialmente los trajes de fiesta que, en la mayoría de los casos, estrenaban cuando se casaban y casi no volvían a sacar del arca hasta su muerte.

«A mi abuela la enterraron con el mandil de agramanes, pero el resto del traje lo conservo yo», comenta Dori Barrio.

A través de la indumentaria, las asociaciones Aires del Cabrera y Peña L’Aila hacen un homenaje a las mujeres cabreiresas en su doble vertiente de mujeres puntal del hogar y amas y a la vez esclavas del campo y de los muchos trabajos que han asumido toda la vida. «Hasta la más ama ha sido esclava», comentan Dori Barrio. «Como amas gobernaban las casas y mantuvieron la cultura toda la vida, pero eran esclavas de su trabajo, más que los hombres», sentencia Edilberto Rodríguez.