Emoción y nostalgia en el Día del Misionero Diocesano
La Diócesis organizó una jornada para homenajear a los misioneros leoneses presidida por el obispo de León
El Convento de San Francisco de los Hermanos Capuchinos acogió ayer la celebración de la XXXII edición del Día del Misionero Diocesano. Bajo el lema «Con ellos vamos todos», la diócesis ha recuperado tras dos años de parón una jornada repleta de actos para honrar a los 295 misioneros leoneses que trabajan en 47 países, así como a los 130 que ya han regresado de sus misiones y hoy añoran su labor.
La jornada, que estuvo encabezada por el obispo de León Luis Ángel de las Heras, comenzó a las 10:00 horas con la recepción de todos los invitados en el Teatro de San Francisco para, a continuación, realizar un rezo de Laudes. Tras ello, el obispo, expresó un mensaje de agradecimiento y acogida a todos los asistentes. Allí, varias de las personas del público, la mayoría de ellos misioneros que habían regresado ya a León, tomaron la palabra para hablar, de su experiencia y ofrecer un retrato de la labor de las misiones.
Natividad Fernández, una de las personas que ya ha regresado a León, narró su experiencia en Ecuador, que describe como «la más grande y hermosa que he vivido». Según cuenta, fue testigo de la liberación de muchas personas provenientes de África para trabajar como esclavos en los campos de algodón. Sobre ellas, cuenta que su labor principal fue devolverles la dignidad. «Ellos me decían que siempre habían hecho lo que otro querían» y así, su misión principal fue hacer que «fuesen ellos mismos».
Santiago Otero, habló de su labor en Guatemala y explicó que estar en contacto allí con el mundo maya le sirvió «para cambiar su mentalidad». Además, hizo hincapié en que él nunca buscó que «nadie me felicite». Por eso, explicó, únicamente le importan las personas, «cuando miro a España no veo gobiernos, veo al pueblo español, y allí solo veo al pueblo Guatemalteco» explica.
Soraya Jabares por su parte contó, con nostalgia, su paso por Indonesia, que califica como «su primer amor» del que se acaba de separar y le ha dejado «el corazón aún dolorido». Para ella, lo más importante es «llevar el evangelio a cada cultura» por lo que su principal reto era «el diálogo interreligioso».
El acto continuó con la celebración de la Eucaristía y una comida en el Albergue de San Francisco de Asís.