LA CASITA DE CUENTO DE GUILLERMO Y KATE
Los Cambridge se mudan a una casa ‘castamente elegante’. Guillermo y Kate se instalan en Adelaide Cottage, una vivienda de cuatro habitaciones sin espacio para la niñera de Palencia que es en realidad una encantadora casa de cuento en los terrenos
La nueva casa de los duques de Cambridge sólo tiene cuatro habitaciones. Dicho así suena a titular de ciencia ficción, a serie distópica en cuyo guión la monarquía británica habría sido abolida y condenada a vivir, después de siglos de opulencia, como gente normal de clase media trabajadora. Y sin embargo es la cruda realidad, aunque en este caso tiene muy poco de cruda...
Adelaide Cottage es una encantadora casa de cuento de hadas en los terrenos privados de su abuela Isabel II alrededor del castillo de Windsor. Y sí, tiene sólo cuatro habitaciones, pero son de un confort y de una exquisitez decorativa que ya las quisiera para sí el común de los mortales. A la que realmente le va a afectar esta falta de espacio es a María Teresa Turrión Borrallo, su niñera palentina, que ya no podrá vivir con la familia.
La mudanza responde a varias razones, y todas beneficiosas para los Cambridge. Guillermo ha cumplido en junio 40 años —edad que le abruma un poco, según ha confesado— y desea llevar una vida más privada y acorde con sus gustos bucólicos y pastoriles... Eso sí, a una hora en tren de Londres y manteniendo su ‘apartamento’ de cuatro plantas y veinte habitaciones en el palacio de Kensington como base de operaciones. Al primogénito de Lady Di, que es el heredero del hasta el jueves eterno heredero (ahora ya Carlos III de Inglaterra tras el fallecimiento de Isabel II en el castillo de Balmoral), le interesaba mantenerse cerca de su abuela paterna y da la casualidad de que el coqueto cottage está a diez minutos andando de la que ha sido hasta el jueves residencia de la reina Isabel: el castillo de Windsor.
La última y no menos definitiva razón sería que en su nuevo destino Kate Middleton va a tener a sus padres a menos de 45 minutos. Y no es un secreto que a los suegros de Guillermo les encanta estar presentes en la vida de sus hijos y nietos.
En cambio, María Teresa Turrión Borrallo, la competente niñera española formada en Norland, dejará de compartir vivienda con los Cambridge para mudarse a las dependencias destinadas al servicio.
Adiestrada no sólo como adorable ‘nanny’ sino también como especialista en taekwondo, acciones antiterroristas y antisecuestro y conducción de vehículos en circunstancias extremas, Turrión —una suerte de James Bond con bombín marrón y traje de institutriz— tendrá ahora que compartir piso con un chef y el ama de llaves. Esto lo mismo podría representar un inconveniente para ella que una liberación, porque convivir con tres terremotos como George, Charlotte y, sobre todo Louis, tiene que resultar agotador para alguien que ya pasa de los cincuenta, por muy entrenada que esté en situaciones límite.
Adelaide Cottage, la residencia oficial de los Cambridge que obliga a cambiar de colegio a sus tres hijos, fue construida en 1831 para la reina Adelaida, esposa de Guillermo IV, pero sufrió una remodelación integral en 2015, que respetó la decoración con delfines dorados de la habitación principal. Calificada en su día de ‘castamente elegante’, la casa tiene muy poco de casta porque fue el escenario del romance clandestino entre el caballerizo Peter Townsend y la princesa Margarita, un amor tan apasionado como imposible. En ese encantador ‘cottage’ solía desayunar la reina Victoria.
Pero no todo es idílico, la mudanza de Guillermo y Kate también tiene sus sombras. A partir de ahora tendrán unos vecinos tan incómodos como Enrique y Meghan, si es que la polémica pareja decide dejar California y regresar a Frogmore Cottage. También tendrán que soportar las tensiones de una guerra inmobiliaria interna, ya que el príncipe Andrés está empeñado en que Adelaide sea para su hija Eugenia... Y es que en todas partes cuecen habas, incluso en las selectas mansiones de Windsor.