Opinión Jorge Revenga: 'Un Encuentro deseado'
León, la ciudad amable, se viste de gala para recibir a más de 450 congresistas. Cofrades de todos los puntos cardinales que acuden a una convocatoria puesta en marcha hace ya más de dos años. Y es que, la necesaria prudencia ha obligado a que, por mor de la pandemia -afortunadamente hoy parece que superada-, el Trigésimo Tercer Encuentro Nacional de Cofradías se celebre dos años después de aquella inicial convocatoria. Las casualidades existen.
Fue en el año 1992 -en aquella ocasión en el mes de febrero-, es decir hace 30 años, cuando la Semana Santa leonesa se montó en un tren sin retorno para que, desde fuera, se le reconociera como una de las grandes de nuestra geografía. Entonces, un puñado de hermanos trabajando desde la Junta Mayor organizaron el II Congreso Nacional de Cofradías. Ese evento, que congregó casi 600 personas entre congresistas y acompañantes, contó con un nutrido cartel de cofrades y especialistas de primer nivel, varias exposiciones provinciales, y culminó con una procesión en la que el crucificado de Gregorio Fernández ubicado en el Monasterio de San Pedro de Dueñas fue pujado, al unísono, por hermanos de las por entonces diez hermandades existentes. Las Edades del Hombre en esa ocasión, se celebraban en nuestra catedral lo que, sin duda, aportó un elemento artístico especial a ese congreso y a nuestra ciudad.
En 1998 llegaría el reconocimiento nacional de interés turístico para la Ronda y Procesión de los Pasos. Al año siguiente, para la semana santa leonesa con mención especial a la Cofradía de Jesús -quien mostró generosidad al permitir compartir el título- y cuya mención resulta ser la única en España y por fin, en 2002 -veinte años ha-, la declaración de Interés Turístico Internacional, con aquella mención especial, para la Semana Santa leonesa.
Un lustro después, de la mano de la Cofradía de la Expiración, León acogía la séptima edición del Congreso y Encuentro Nacional de Cofradías y Hermandades bajo la advocación de Jesús Nazareno, Cautivo, Rescatado y de Medinaceli, celebrado tras la Semana Santa de 2007 y magistralmente culminado tiempo después con la publicación de sus actas, de importante contenido científico.
Nuestra ciudad volvió a acoger un congreso cofrade en el año 2011 -también en febrero- en esa ocasión de Cofradías con la advocación de Jesús Nazareno, convocatoria que también consiguió llenar León de espíritu semanasantero y permitió ver en las calles al Nazareno de Jesús el que, por casualidades del destino, participó ese año en el Vía Crucis que, presidido por Benedicto XVI, se organizó con motivo de las Jornadas de la Juventud celebradas en Madrid en el mes de agosto, estando, por tanto, León -a través del Dulce Nombre- en el ramillete de honor de las catorce hermandades elegidas.
No es un secreto que la semana santa leonesa es mucho más grande que los propios hermanos que la conforman. Nosotros, los papones, estamos en un mero tránsito por esa locura que desde el siglo XVI ha hecho, poco a poco, ubicar a nuestro querido León en los escaparates nacional e internacional de manera brillante.
En todas esas convocatorias -como en el devenir habitual de la semana santa-muchos hermanos dejan mucho de sí para que León y su Semana Mayor se vea tan bella como suele mostrarse. Casi nunca se agradece en su justa medida su trabajo. Sirvan estas palabras de homenaje.
De igual modo, algunos -queremos suponer que en otras ciudades ocurra algo similar-, en lugar de meter el hombro y apretar el riñón, se cuelgan de las andas intentando que el paso se pierda. Una lástima que esas miradas obtusas con pensamiento alicorto no conozcan la verdadera realidad: y es que, como he dicho, nosotros -todos- solo somos un diminuto grano de arena en una montaña que vive y crece, aunque algunas piedras se caigan. Y nos va a trascender, evidentemente.
León tiene los brazos abiertos.
La Semana Santa que tanto nos enamora se ha vestido de gala para mover los pulsos de los que nos visitan. Y los nuestros. ¡Pujemos todos al unísono! ¡Ya es la hora!