Opinión Álex J. García Montero: 'Saneamientos'
En los tiempos nefastos que estamos viviendo, a pesar de las sonrisa de mono de feria de nuestros representantes institucionales, desde aquellos idus de marzo, donde a los cofrades, salvo la honrosa excepción de Mañueco, no nos dieron ni el pésame mientras se nos enchiqueraba en nuestros domicilios, haciendo del paseo perruno la mayor de las conquistas sociales, apenas ha habido cambios sustanciales en las penitenciales, con la postergación actualizada de este Trigésimo Tercer Encuentro Nacional de Cofradías.
Han cambiado, como en los toros, el público en los tendidos y en las taquillas. Han trocado en bastos las dimensiones de los alberos. Han mermado los sueldos de maestros y subalternos. En definitiva, ha jibarizado todo menos lo mollar: las cofradías.
Llegamos al Encuentro con una mirada firme en el pasado. En un pasado de hace más de quinientos años (recordemos la fecha del Jueves Santo de 1521) y de un pasado menos remoto de treinta años donde se fundaron más de la mitad de las actuales penitenciales en León. Con esos pies de barro hemos colegido que podíamos ofrecer una Semana Santa sólida y encofrada. Nada más lejos de la realidad.
Problemas como la falta de personas (papones y paponas) en las cofradías, pues todavía en este León nuestro no sabemos el número real de papones. Lo de los veinte mil papones es uno de los grandes mitos, como la supresión del Peaje del Huerna. La ausencia cada vez más marcada de compromiso real en el campo de la vida diaria de las cofradías y hermandades. El número de conjunto escultóricos ingentes en número y romana, inversamente proporcionales a la calidad exigida en otras latitudes. La falta de acuerdo para llevar a cabo un orden de lidia correcto y adecuado a las circunstancias, pues queremos dar corridas generales en Bilbao teniendo vaquillas de Villaornate. Y podríamos seguir enunciando males que aquejan a la Semana Santa de León, donde casi no queda gente de verdad para enfrentarse a esto, pero hay mucho maletilla que toma estoque simulado, roída muleta y estaquillador de baratillo, como si del percal de Morante se tratara.
Visto todo esto, en este Encuentro, palabra necia a oídos sordos de la individualista sociedad leonesa, ¿se van a tratar estos temas? ¿se va a hablar de saneamientos?
Por ejemplo. ¿Se van a fusionar secciones musicales o se van a crear nuevas cada vez más mermadas de calidad y cantidad? ¿Se va a tratar el Encuentro de la Procesión de los Pasos con una visión holística de problema de tres cofradías y no sólo de Jesús? ¿Se van a sanear cofradías con el fin de suprimirlas según unos criterios básicos de evangelización y acción pastoral? ¿Se va a hacer una «carrera oficial» con unos compromisos mínimos de exigencia absoluta? ¿Se van a acortar los interminables e históricos itinerarios que suponen la lidia agónica de zaínos papones en tarde – noche de Viernes Santo? ¿Van a seguir las cofradías, especialmente las negras, siendo somatén de una Andorra tornada en Legio? Y desde luego, podríamos seguir hablando de toros.
Hay decisiones que toman los veterinarios, muchas los vaqueros, otras los mayorales, algunas el ganadero… Palacio Episcopal parece estar dispuesto a coger el toro por los cuernos en toda Regla.