Opinión Javier Fernández Zardón: 'A hombro… compartido'
A los cuatro vientos, La Legionensis. En pie de procesión, anunciando orgullosa la pasión compartida en sentimiento arrebatado. Primavera septembrina de túnicas redivivas, capillos rescatados, cruces acariciando el cielo… «un único sentir». Igual —seguro— estaba San Pablo en razón al cartearse con los Filipenses: «Tened un mismo amor, un mismo espíritu, un único sentir…».
Auxilio compartido en almohadilla repisada, en hombro lacerado, en raseo quedo, en redoble destemplado… en el picar de horqueta. De nuevo La Legionensis en pie de procesión, soñando con los sueños; duermevela contenido… tensa espera.
La mirada de la España cofrade, toma el relevo a la luna de Nissan. En septiembre, ahora septiembre, volverán a quedarse huérfanas las hornacinas por el procesionar de sus imágenes; arropadas, ellas, en tronos cuajados de flores… nunca marchitas.
Huérfanas las hornacinas, como las baldosas en la estrechez de las apretadas rúas; antañones recorridos de seculares cortejos devenidos, para la ocasión, en amplitud de ensanche capitalino; rehechos asfaltos y ampulosas edificaciones rendidas, también rendidas, al sentimiento compartido.
Al fondo, en lontananza adivinada —Ancha mediante— La Pulchra espera: recepción incontenible, como la luz de sus vitrales; por mucho que, para entonces, las sombras se hayan apoderado ya de las inhiestas agujas y su boñarense piedra.
En septiembre, hoy septiembre, requintearán las cornetas, rufarán los tambores y las baquetas volverán a levantar ampollas —¡benditas ampollas!—en manos paponiles.
Ceñidas las túnicas, lustrados los sentimientos… cortejo a doble fila: Cruz alzada y ciriales, marcando senda… a hombro compartido.
¡Que sea enhorabuena!