Diario de León

Muere en León a los 110 años Antonio Alvarado, el hombre más longevo de España

«A los jóvenes les aconsejo que sean buenas personas y cumplan», dijo en su última entrevista

Antonio Alvarado, en su última entrevista con Diario de León, en febrero de este año. MARCIANO PÉREZ

Antonio Alvarado, en su última entrevista con Diario de León, en febrero de este año. MARCIANO PÉREZ

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La residencia de Vegaquemada era el hogar de  Antonio Alvarado, el hombre más longevo de España que ha fallecido a los 110 años. Nació en 1912 en Remolina, en una familia numerorísima y había tomado el relevo del otro hombre más longevo de España, y en este caso del mundo, el también leonés Saturnino de la Fuente, que falleció el pasado 18 de enero pocas semanas antes de cumplir los 113 años.

Antonio Alvarado, a quien bautizaron como El Patriarca en los corros de lucha leonesa por su longevidad era hasta ahora el patriarca de España con sus 110 años cumplidos el pasado 8 de julio, aunque entre las mujeres le aventajaban varias y en León, Ángeles de la Fuente, que cumplió los 110 el 24 de marzo. El hombre más longevo del país, al menos que se sepa, llevaba sus 110 años con una sonrisa y sin un ápice de resignación. Ángeles de la Fuente es ahora la persona más longeva de León.

En los peores días del confinamiento, cuando las auxiliares de geriatría entraban a la habitación de Antonio Alvarado siempre se encontraban con su sonrisa. Durante aquellos días aciagos, se cayó y dejó de andar, pero con fuerza de voluntad volvió a echar el pies. Para no perder la costumbre todos los días sube al gimnasio y andar un rato agarrado a las barras, por la tarde se echa la siesta y para la comida no falta un vaso de vino.

«A los jóvenes solo les aconsejo que sean buenas personas y cumplan con su deber», decía Antonio Alvarado en una entrevista con Diario de León hace unos meses.

Tampoco le pesaban los años para cantar. «Empecé a cantar porque antes no sabía», comentaba. En la residencia fue el promotor de un coro, al que ya van faltando muchas voces. Y los jueves jugaba al bingo con otros residentes. Siempre estaba pendiente del paquete de galletas y el chocolate que le llevaba su hija Nati.

Ángeles de la Fuente es la mujer más longeva de León. MARCIANO PÉREZ

Ángeles de la Fuente es la mujer más longeva de León. MARCIANO PÉREZ

Fue el tercero de 15 hermanos y hermanas. «Éramos muchos a comer y teníamos cuatro vacas», comentaba. De pequeño le mandaron al colegio con los curas, pero duró poco porque aquello no le gustaba y se fue de ‘persona’ —uno de los grados del pastoreo entre motril y rabadán— a Extremadura. Hacían la trashumancia a pie desde los puertos leoneses hasta las dehesas extremeñas. Luego consiguió entrar en la mina. Le cogieron en Hulleras de Sabero, que era el buque insignia de la cuenca, por mediación de un pariente. No decía si fue duro o no aquel trabajo, sólo recordaba que el vigilante «me llamaba camarada» y los compañeros le conocían por el nombre de su pueblo natal, Remolina.

Destacó como luchador en los corros de lucha leonesa de la montaña y la ribera, teniendo a sus principales y más temibles rivales en el valle de Reyero porque "era válida la caída cuando el vencido posaba la espalda en el césped, cuando en el resto de los pueblos se contaba como válida a cuerpo tendido". Al tradicional corro de Boñar fue con 17 años y quedó de ‘gallo’ como luchador en varios aluches, con premios de 25, 50 y 100 pesetas. En 1933 y 1934 se proclamó campeón indiscutible.

«En la guerra estuve en Acevedo, Lario, Pontón y Niajo. Yo tuve suerte... No me cogieron». comentaba en su última entrevista. Después de la guerra dejó la mina e ingresó en la Policía Nacional. Tuvo su primer destino en Bilbao, allí se criaron parte de sus seis hijos. Con el sobresueldo que sacaba al cargo de la contabilidad de una tienda de muebles completaba la economía familiar bien administrada por su esposa Natividad. «Era muy guapa y mejor moza que la virgen», decía de su mujer. Se casaron en el santuario de La Virgen de la Velilla y no faltaba un verano sin que volvieran al pueblo.

Después de Bilbao, Antonio optó por otro destino en Barcelona y cuando se jubiló, «después de un tiempo caído en la cocina» —estaba bajo de ánimo y no sabía qué hacer— se decidió a volver a su pueblo natal y llegó a convertirse en alcalde de Crémenes.

En la hemeroteca de Diario de León constan sus reivindicaciones por las viviendas de protección oficial prometidas para los desalojados del pueblo de Huelde por el pantano de Riaño en julio de 1987, al igual que su reclamación de la carretera de Corniero a Primajas o el puente militar provisional de Verdiago. Clamaba por sus pueblos a un gobierno socialista un alcalde que salió de candidatura socialista. Con cien años, antes de entrar en la residencia, todavía conducía su propio coche. Querido como el abuelo de toda la residencia, fue despedido con pena y gratitud por sus compañeros y convecinos. «Les quiero a todos igual», decía Antonio recordando a los de su pueblo.

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